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RINDIERON HONOR A GABRIEL GARCIA MARQUEZ EN MEXICO

Flores amarillas y música clásica para el adiós a Gabo

Con cientos de lectores que esperaron para despedirlo y la presencia de los presidentes de México y Colombia se realizaba ayer el primer homenaje al escritor.

Ciudad de México, donde Gabriel García Márquez llegó anónimamente en "un atardecer malva" de 1961, lo despidió ayer como un gigante de la literatura con una ceremonia de máximos honores a la que asistió su familia y en la que centenares de lectores le rindieron tributo.

Las decenas de invitados a la ceremonia rompieron en un cerrado aplauso con la llegada de la viuda de García Márquez, Mercedes Barcha y otros familiares al majestuoso palacio de Bellas Artes.

Las cenizas de García Márquez fueron colocadas en una urna de madera color café junto a flores amarillas, sobre un atril negro. Los invitados se turnaron para formar guardias de honor a su alrededor para homenajear al Nobel de Literatura colombiano, quien hizo de México su segunda patria, al residir allí en las últimas décadas.

Después de mantener un luto privado desde el fallecimiento del escritor, el jueves, la familia abandonó ayer su residencia del sur de la Ciudad de México en una comitiva resguardada por la policía hasta el céntrico Bellas Artes.

Muchos de los invitados lucieron flores amarillas -el amuleto de la suerte de García Márquez- en sus solapas y les dieron el pésame a los deudos, mientras sonaban las piezas musicales clásicas favoritas del escritor, de Béla Bartók, Joseph Haydn y Georg Handel.

También las escaleras de mármol se vistieron con fastuosos arreglos florales, todos con rosas amarillas. En lo alto del vestíbulo, lucía una inmensa fotografía en blanco y negro del sonriente escritor,  con su famosa frase: "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla".

Para despedirse del genio adoptivo de México, unos 700 admiradores hicieron cola por horas afuera de Bellas Artes, un espacio reservado al homenaje de los grandes íconos culturales de México.

"Me gustaría darle las gracias por el gusto que me dio la lectura. Y así como nos dio Cien años años de soledad en una historia, que nos sobreviva cien años más en el corazón", dijo a la AFP Joseline López, una venezolana de 21 años que estudia en México.

"Yo no lo puedo creer aún... por eso vengo. A lo mejor así voy asimilando mejor las cosas", dice de su lado Felisa Tole, una colombiana que llegó a México hace ocho años, con la mirada clavada en el piso.

Al cierre de esta edición se esperaban los actos centrales de esta ceremonia a la que asistían los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de México, Enrique Peña Nieto. A ellos se sumaban numerosas personalidades de los dos países. 

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