ENFOQUE

La curva de la felicidad

“Hay ritmos en el ciclo vital para la satisfacción y la felicidad. Lo que (quizás) sea sorprendente es que, para muchos, los mejores años son los últimos."

Todos queremos ser felices, ¿no es cierto? Bueno, si usted está insatisfecho, frustrado o directamente abatido, anímese. Aparentemente, existe una cura. Y lo que es aún mejor, se materializará automáticamente. Sólo siéntese y espere; la sola anticipación de su llegada puede mejorar su ánimo. El remedio: envejecer.
Va en contra del sentido común. A nuestro parecer, la vejez hay que padecerla tanto como disfrutarla. La gente teme el deterioro de la salud, el aumento de la dependencia y el creciente aislamiento social. Pero como promedio, también se siente más feliz. Si uno consulta las encuestas de opinión, eso es lo que encuentra. Casi el 40 por ciento de los estadounidenses de 65 y más años se calificaron a sí mismos como “muy felices” comparados con sólo el 33 por ciento de aquellos entre 35 y 49 años, informan estudios realizados por NORC, en la Universidad de Chicago.

No se trata de una peculiaridad norteamericana. Un corpus de investigaciones cada vez mayor halla patrones similares en muchos países avanzados. La felicidad parece tener una forma de una “curva en U”. La satisfacción con la vida cae “durante las dos primeras décadas de la adultez,” toca fondo a fines de la década de los 40 y principios de la de los 50 “y después, hasta los últimos años, (aumenta)con la edad”, como escribe Jonathan Rauch, en el número actual de The Atlantic.

¿Cómo está de generalizada la curva-U? Los economistas David Blanchflower, de Dartmouth, y Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick, examinaron respuestas de encuestas sobre el bienestar personal en 80 países e identificaron la curva-U en 55. El punto más bajo de felicidad promedio ocurre a los 46 años. Carol Graham y Milena Nikolova, de la Brookings Institution, estudiaron encuestas de 149 países y hallaron la curva-U en 80 de ellos, con un punto bajo promedio a los 50 años.

“Considero esto como un descubrimiento de primer orden sobre los seres humanos, que nos sobrevivirá cientos de años,” dijo Oswald a Rauch. Aunque eso es una exageración, estos investigadores sin duda han hallado algo importante. Lo que confirmaron es lo que sugiere el sentido común: hay ritmos en el ciclo vital para la satisfacción y la felicidad. Lo que (quizás) sea sorprendente es que, para muchos, los mejores años son los últimos.
Rauch, un viejo amigo, rescató el tema de la oscuridad de las publicaciones académicas. Comenzó a explorar las investigaciones como resultado de su propia experiencia. En la década de sus 40 años -ahora tiene 54- se sintió cada vez más oprimido por el fracaso, aunque, externamente, su vida era un gran éxito. Personalmente, era un escritor acreditado, autor de varios libros y ganador de uno de los premios más altos de periodismo. Aún así, se sentía como un fracasado.
“Una mañana tras otra (las mañanas eran lo peor), me despertaba sintiéndome decepcionado, mi cabeza bullía con pensamientos obsesivos sobre mis fracasos,” escribe. Peor aún, escondía la verdad. “Mi insatisfacción era plañidera e irracional, así es que la guardaba dentro de mí mismo.”
Y después, al entrar en los 50, la depresión comenzó a levantarse, a pesar de algunos reveses objetivamente desgarradores. Ambos padres fallecieron; la “reestructuración” de una revista se llevó su trabajo principal. Aún así, no se sintió incesantemente acosado. Comenzó a ascender en la curva-U.
¿Por qué la felicidad tiene forma de U? He aquí mi explicación. Los jóvenes idealizan el futuro, sus esperanzas y optimismo son altos. Como Laura Carstensen, psicóloga de Stanford University, dice a Rauch: “Los jóvenes regulan sus emociones en forma lamentable.” Para cuando llegan a la mediana edad -digamos, fines de los 30- muchos experimentan alguna desilusión, incluso cuando les haya ido bien. Son los años más atiborrados de la vida: Las carreras y los hijos imponen responsabilidades cada vez mayores. Lo que hay que hacer se expande; el tiempo disponible no lo hace. Existe una sensación de pérdida de control.
A fines de los 40 y comienzos de los 50, estas tendencias empiezan a revertirse. Las responsabilidades y obligaciones disminuyen. Los hijos se van. Las carreras llegan a su pico. La ambición y los sueños de la juventud se van retirando. La gente acepta cada vez más sus limitaciones de trabajo y familia. Se vuelve más realista o resignada. Las oportunidades de fracaso se reducen. El desequilibrio entre las expectativas y la experiencia se estrecha. La gente se suaviza. A menudo se produce una revaloración del propósito y significado de la vida.
Por supuesto, esto es demasiado simple. Todos sabemos que la felicidad es un geniecillo con las cabezas de la Hidra. Tiene una multitud de fuentes. La personalidad es a menudo decisiva. Algunos individuos son compulsivamente optimistas; otros, lo opuesto. Las diferencias generacionales importan. Un estudio de la socióloga Claire Yang de la Universidad de Carolina del Norte, halló que los baby-boomers (los nacidos entre 1946 y 1964) son menos felices que otras generaciones —quizás porque sus expectativas de la juventud fueron muy extravagantes. Las condiciones económicas y sociales modifican el sentimiento; la crisis financiera deprimió la felicidad temporalmente, informa NORC.

Aún así, el ciclo de la vida también cuenta. El difunto escritor Donald Richie dijo una vez: “La crisis de la mediana edad comienza a veces en la década de los 40 años, cuando uno observa su vida y piensa ¿Eso es todo? Y termina unos 10 años después, cuando uno vuelve a examinar su vida y piensa: “En realidad, esto está bastante bien”. Rauch lamenta no haber sabido eso antes. Hubiera facilitado un viaje penoso. 

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