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MARKETING APLICADO

Construcción de un candidato

Los paradigmas de comunicación irrumpen por sobre las ideologías.

Obligados, acorralados, empujados. Mareados, molestos o incómodos. La era de la comunicación como valor ya no es novedad y quienes estaban al borde del mapa, cayéndose de él, se insertan en una realidad que les impone tarea extra. Los medios contemporáneos se presentan como aliados para muchos y como un problema para otros. Exhibidos como productos, se pasean con su apariencia. De la mano de una modelo sonriente, con la camisa abierta o bajo estricta dieta emulando el estereotipo juvenil. El viejo paradigma del mate con los viejos, la apacible charla en la esquina o el beso a los niños sigue su curso aunque con pequeños atajos.
Hablar de marketing político es referirse a modelos, ciclos y paradigmas que se imponen por sobre las ideologías. Discursos que ya nadie escucha  sino a través de una imagen. Ahí andan ellos cazando gente para una foto; más causal que casual. Lejos parece haber quedado el automóvil con los parlantes y la marcha política que se metía molesta en los hogares a la hora de la siesta. Hoy las campañas demandan otro tipo de pensamiento, una estrategia vinculante y participativa. Se habla entonces de “equipo”, todos y cada uno de ellos refieren a una invitación que representa el sentimiento colectivo de “a esto lo cambiamos entre todos”. Se derriba así el grito patológico y auto-destructivo del “que se vayan todos”; ahora todos podemos estar ahí. De un lado, se invita a la participación masiva de personalidades que imantan simpatía y/o reconocimiento. Del otro se los estigmatiza como parte de un pensamiento superficial y elitista que no contempla al denominado “pueblo”; y uno que no sabe bien a quién le hablan.
A nivel local la guerra se construye en cada batalla. El caballo del comisario se enfrenta a la sangre joven que exhibe ideas, ávidas el fundamento racional; gente nueva que pide con todo derecho oportunidades. La corriente clásica busca imponerse con personalidades de distintos ámbitos que pujan por la puntera de góndola. La sangre joven y buena presencia o la pregnancia del tal personaje en algunos barrios, esa es la cuestión.
Hibridez de modelos de comunicación, clonación de recursos. Ausencia de diferenciación; estandarización. Los modelos de comunicación se impregnan del paradigma actual. Los polos de pensamiento se acercan para no “pifiar” por mucho. De un lado y de otro se arriman a las “formas establecidas de un mensaje políticamente correcto” para incorporar a la mayor cantidad de perfiles posible.
Se construyen candidatos, se imponen nombres desde la reiteración. Las campañas políticas ya están entre nosotros y la comunicación se presenta como la oportunidad de unir emisor y receptor en base a estímulos. Una pena, sólo se piensa en plantillas: un  color, una tipografía, dos o tres fotos y “a la carga barracas”. Todo sea por la tan preciada “credibilidad”, valor en jaque desde hace mucho tiempo.
Un nuevo comienzo sería, trabajar como se debe. El marketing tradicional se pregunta, cual es el producto, su atributo fundamental y recién después se lanza al estímulo.
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