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COMERCIANTE DE MÁS DE 50 AÑOS DE TRAYECTORIA

Julio Frontini “Hice un gran semillero en mi negocio”

Comenzó a los 19 años con un local de venta de repuestos de autos que hoy es uno de los tradicionales en su rubro. Además, fue un destacado fomentista que logró muchos avances para el barrio Prado Español.

Nacido en Junín, Julio Frontini es el tercero de los cuatro hijos de un matrimonio conformado por un ferroviario y una ama de casa.
Julio hizo la primaria en la Escuela N° 24 y la secundaria en el Nacional. Cuando terminó su escolaridad empezó ingeniería en La Plata, pero al tiempo regresó a Junín.
Tenía 19 años cuando puso, en sociedad con el que luego sería su suegro, el negocio Lagar y Frontini.
“Mi suegro era viajante de repuestos de autos –recuerda Julio– y le prestó un dinero a los antiguos dueños de ese negocio pero luego esta gente se funde. Para recuperar algo, él se quedó con el lugar, yo pedí un crédito para el que me avaló mi papá y pusimos la diferencia”.
Así fue como se hicieron cargo del lugar y las deudas: “Eso nos sirvió para abrir las cuentas corrientes en las casas de proveedores, porque los visitamos a todos y les propusimos un plan de pagos con la condición de que nos siguieran entregando mercadería”.

Desarrollo comercial

Lagar y Frontini inició sus actividades hace 58 años. Según recuerda Julio, enseguida les fue bien.
Empezaron con la línea de frenos pero más adelante fueron sumando otros repuestos.
“Los dueños anteriores habían hecho tres filas de diez cajones, con 64 compartimentos cada uno, y todo eso estaba lleno de piezas y piecitas distintas”, evoca Frontini.
El crecimiento hizo que se lance a comprar la casa de al lado y de a poco se fue ampliando: “Primero hice unas estanterías, después más, agregamos un galpón y tuvimos que ir sumando más espacio, hasta llegar a lo que es hoy”.
Esa evolución hizo que llegáramos a tener más de 20 empleados. Julio afirma que “había momentos en los que iba a abrir a las 7 de la mañana y ya tenía 50 personas esperando, era impresionante”.
Por supuesto que en tantos años, el mercado de los repuestos fue variando notablemente, como grafica el propio Frontini: “Hay mucha renovación y hay marcas que van ‘muriendo’. Nosotros teníamos prácticamente toda la línea de los camiones Bedford y de un día para otro, ese camión no fue más a la ruta. Teníamos un montón de repuestos y eso con el tiempo va a parar a fundición. Lo mismo pasó con el Mercedes 312, con el 3.500, que de la noche a la mañana se empezó a usar solamente en la ciudad para repartir soda. También con los autos: ¿dónde están los Renault 12, los Falcon y tantos otros?”
Sin embargo, la evolución del mercado y los vaivenes económicos no lo hicieron perder el rumbo. “Nunca me detuve en lo que pasaba –asegura– atravesamos el Rodrigazo y crisis de todo tipo, gané mucha plata y en otros momentos también perdí muchísima. Pero en mi negocio la idea era evolucionar y seguir adelante”.
Hace seis años que dejó su comercio, donde ahora está a cargo uno de sus hijos.

Fomentista

Otra actividad a la que Frontini le dedicó mucho trabajo es a la de fomentista, cuando fue presidente de la comisión del barrio Prado Español.
Ahí no entré, me empujaron”, dice sonriente. Es que lo convocaron a una reunión y ahí mismo lo convencieron para que acepte la presidencia, aunque no conociera nada de la actividad.
No obstante, se muestra congratulado con lo que se logró durante su gestión, en la que se extendieron las redes de agua, cloacas y gas natural. Además, se hicieron algunas cuadras de asfalto y se cambiaron numerosas luminarias.
También se compró el terreno para la sala de primeros auxilios: “Había gente que quería instalarla al lado de la Escuela N° 29, pero yo insistí que se pusiera en el otro sector, donde está ahora, cerca de ‘los hornos’, porque la gente de esa zona es la que más la necesita”.
Por su labor como dirigente barrial le entregaron una placa y un diploma, el último de ellos, el pasado 5 de diciembre, en la fiesta del Día del Fomentista.

Balance

Al momento de hacer un balance de lo realizado. Frontini considera que como fomentista “podría haber hecho mucho más”, y amplía: “A veces la ingratitud te frena. Si hubiese podido seguir trabajando con el grupo que se había formado, se podrían haber hecho más cosas. No obstante, los objetivos estaban cumplidos”.
En tanto, en el aspecto comercial se muestra “muy conforme”. En tal sentido, añade: “Al negocio le fue muy bien y a mí siempre me gustó compartir: a muchos de los empleados que pasaron por ahí yo les compré la casa”.
Frontini destaca que a pesar de su éxito, nunca fue ambicioso: “En un momento mi desarrollo comercial me permitía comprar 500 hectáreas de campo, pero si lo hacía iba a descuidar mi negocio, si tenía campo debía atenderlo porque así me gusta hacer las cosas, entonces me dediqué a mi actividad. Yo hice un gran semillero en mi negocio y un montón de chicos que hoy están en la línea de frenos y repuestos, salieron de ahí. Muchos aprendieron conmigo”, concluye, orgulloso. 

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