Carlos Villamayor descubrió su vocación artística a los 18 años, cuando asistió a un festival del Instituto de Arte Junín, de Nené Gralatto. “Vi eso y supe qué era lo que yo quería hacer”, afirma.
En ese espectáculo, Carlos se cruzó con Claudio González, un bailarín que más adelante iba a ser su compañero en el Teatro Colón y en el ballet del Teatro Argentino de La Plata, y éste le contó que había empezado a bailar con 19 años. Carlos tenía 18 y supuso que todavía tenía la posibilidad de iniciar su camino.
Al tiempo, Villamayor comenzaba a formarse en la academia de Gralatto. Por entonces, no sabía cómo contarle a familia que había empezado danza clásica, hasta que su hermana encontró las zapatillas de baile que estaban escondidas detrás de un ropero. Ahí tuvo que admitir lo que estaba haciendo.
Al Colón
Carlos se entusiasmó cuando supo que había una audición para entrar a la Escuela de Ballet del Teatro Colón. Entonces, la profesora Ethel Lynch, que era del Colón y supervisaba el instituto de Gralatto, le describió el panorama con que se encontraría si entraba. Le dijo: “Se tendría que ir a vivir allá, los chicos tienen clases desde las 7 de la mañana hasta las 2 de la tarde, y si ingresan como refuerzo o figurante al ballet, hay ensayo a la tarde y función a la noche. Es muy sacrificado”.
Sabiendo eso, Carlos fue igual. La prueba fue el 7 de diciembre de 1984, hace exactamente 30 años. “Me subí al tren del Ferrocarril San Martín a ver qué pasaba y terminé entrando a la Escuela del Teatro Colón”, recuerda.
Según dice, los años en la escuela fueron “muy duros, de mucha exigencia”, pero Villamayor sentía “un gran amor por lo que hacía”, lo que le permitió salir adelante.
“Lo que viví en el Colón fue muy lindo –cuenta– conocí gente muy importante, era increíble encontrarme con Raúl Candal, Silvia Bazilis, Cristina Delmagro, Eduardo Camaño, todas primerísimas figuras. Yo vi, escondido, los ensayos que hacían Julio Bocca y Raquel Rossetti para entrar al Ballet de Moscú. También vi a Maximiliano Guerra, a Eleonora Cassano, bailé folclore con Paloma Herrera, fueron años hermosos”.
Estuvo ocho años en la escuela y llegó a participar del ballet del Teatro Colón como refuerzo.
Compañías de ballet
Luego de participar de una audición, en 1991 ingresó como bailarín estable del ballet del Teatro Argentino de la Plata.
Allí tuvo “la posibilidad de trabajar con grandes coreógrafos y bailarines” durante más de 20 años (ahora está en proceso de retiro).
También estuvo en el ballet Concierto, de Iñaki Urlezaga, donde tuvo roles como solista, primer bailarín y hasta tuvo que reemplazar al propio Urlezaga: “Para el aniversario de La Plata, en 2001, se hacía una función al aire libre en las escalinatas de la Catedral. Iñaki era una primera figura del Ballet de Londres y tres días antes de la función llamaron diciendo que se había lesionado. Entonces pidió que lo reemplazara yo en el Bolero de Ravel. Ahí bailé con la primera bailarina del Colón Miriam Coelho. Por suerte me fue muy bien”.
También estudió flamenco con Sibila, una gran bailarina y profesora de danza española, y participó de su ballet, Al-Ándalus.
Fotografía
A Villamayor no le costó el retiro de la danza porque ya había empezado con la fotografía y pudo seguir vinculado al ballet desde otro lugar.
Empezó como un hobby, a sacarle fotos a sus compañeros de danza y a subirlas a Facebook. Recibía cada vez más elogios por sus retratos, hasta que le sugirieron que se dedicara a la fotografía de danza, una especialidad muy difícil y que no tiene muchos especialistas. Y se lanzó.
Al año lo convocaron para cubrir la Gala Internacional de Ballet que hubo en Buenos Aires y a partir de ahí, lo empezaron a llamar con asiduidad de numerosas compañías oficiales y privadas, nacionales y del exterior.
Así fue como se convirtió en un fotógrafo muy conocido en el ambiente de la danza.
El año pasado, la revista Balletin Dance lo eligió junto a otros cuatro destacados fotógrafos (Alicia Sanguinetti, Máximo Parpagnoli, Guillermo Genitti y Antonio Fresco) para hacer una exposición conjunta y para ser jurado de un concurso de fotografía de danza. La exposición pasó por el Centro Cultural Borges y luego fue de gira por distintas provincias.
“Una de las cosas que yo tengo en claro –afirma– es que mi cámara está al servicio de los bailarines. Yo he visto cosas terribles en la fotografía de danza, y quiero que los bailarines se luzcan”.
Actualmente, está armando su propia exposición para el año que viene.
Balance
Al momento de hacer un balance de su carrera, Carlos Villamayor señala: “La danza me dio muchas satisfacciones. Mi balance es buenísimo porque empecé de grande y logré cosas que ni pensaba hacer. Y ahora mi meta es convertirme en un gran fotógrafo de danza”.
BAILARÍN JUNINENSE DE UNA DILATADA TRAYECTORIA
Carlos Villamayor: “Logré cosas que ni pensaba hacer”
Empezó a bailar a los 18 años y al poco tiempo ingresó a la Escuela del Teatro Colón. Luego, formó parte del ballet estable del Teatro Argentino de La Plata por más de 20 años. Ya retirado, se destaca en la fotografía de danza.
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