UNA ACTIVIDAD AGROPECUARIA QUE PASA UN MAL MOMENTO

El cierre de tambos, un problema serio para la cadena lechera bonaerense

Según cálculos oficiales, en los últimos años habrían cerrado unos 300 establecimientos. Para el sector rural, son muchos más.

En la cadena lechera de la provincia de Buenos Aires –uno de los tres distritos que acaparan la producción nacional- se vienen encendiendo ciertas luces de alerta a raíz de la situación por la que atraviesan los tambos, esos establecimientos de ganado vacuno destinados al ordeñe y venta de la leche cruda. Según estimaciones oficiales, en la última década se han cerrado unos 300 tambos en tierra bonaerense, la mayoría pequeños y familiares.
Esto ocasiona que, despacio pero constante, vaya aumentado el fenómeno de la concentración de la producción de leche en manos de grandes productores. El proceso de cierre de tambos se inició, en rigor, a fines de la década del 80. Para las organizaciones rurales provinciales y sectores de la oposición política al sciolismo, el cálculo de establecimientos cerrados en los últimos diez años es mucho mayor, duplicando la estimación de los tres centenares antes mencionada que reconoce el Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia.
El cierre de los tambos es un problema regional: existen muchos pueblos chicos de Buenos Aires que han crecido y aún viven, en términos del dinero que significa para la economía local, en torno al movimiento de estos establecimientos.
En Asuntos Agrarios existe un Registro Provincial de Tambos en el que están inscriptos 2.626 establecimientos, divididos en seis cuencas lecheras. Cuatro grandes y dos zonas más bien chicas. Ese número oficial, de todos modos, resulta un poco viejo ya que data de 2010. Una estimación muy optimista de esa cartera dice que en la actualidad el número de tambos rondaría los 2.800.
El sector pasa un pésimo momento debido a causas coyunturales –básicamente las climáticas- y otras un poco más estructurales. Sobre estas últimas, hay un generalizado consenso entre los expertos en la materia, respecto a que el precio bajo que actualmente paga la industria a los productores lecheros en boca de tambo es la principal causa de que no crezca la producción. Eso, sumado al incremento constante de los costos y alquileres por el tema inflacionario ha provocado un retroceso marcado de la rentabilidad de los establecimientos, llevando al cierre de muchos de ellos. Este último es un argumento que es especialmente recalcado por los ruralistas.
El precio promedio que reciben los tamberos es de $3,15 por litro producido, lo que obliga a ser muy eficientes en el proceso de producción para optimizar gastos. Y en esto parecen ser mucho más duchos los mega tambos, generalmente de empresas grandes, que los pequeños tambos, con lógicas más artesanales o familiares. Producir en un tambo requiere un dinero importante y mano de obra con algún grado de calificación específica. Y encontrar ese recurso humano también es un problema, de acuerdo a un reciente estudio de la santafecina Universidad Nacional del Litoral.
Según Marcelo Lioi, director de Producción Láctea del ministerio de Asuntos Agrarios bonaerense, un tercio de los tambos de la Provincia produce “sólo” hasta 1.000 litros por día de leche y por eso son considerados establecimientos más bien pequeños. Es uno de cada tres existentes. El dato sirve para destacar porqué resulta preocupante que ese segmento sucumba al cierre de los emprendimientos.

Producción estancada

A pesar de que vienen cerrando constantemente tambos en todo el territorio lechero, la producción nacional de leche está prácticamente en los mismos niveles de hace quince años: entre 10 mil y 11 mil millones de litros anuales. Lo ideal sería que la elaboración de ese alimento vital tienda a aumentar.
De ese volumen nacional de leche, un 28% se produce en la Provincia de Buenos Aires, donde hay más o menos unas 600.000 vacas lecheras, sobre un total estimado de 2,5 millones a nivel nacional.
Santa Fe es la principal provincia lechera del país, seguida por Córdoba que participa con un tercio de la producción nacional. Buenos Aires se ubica tercera y su participación relativa en el total nacional se ha ido reduciendo a favor de la mayor participación de Santa Fe. Son lugares ganados por la soja que, hasta la baja de valor que viene mostrando hace algunos meses, solía ser una actividad más tentadora para los productores.
Buenos Aires tiene 4 grandes cuencas y dos zonas  menores. El Oeste es la cuenca más importante: allí se concentra el 51,8 % de los tambos y más de la mitad de la producción total provincial. Le sigue la cuenta Abasto Sur, con el 22,2% de lo producido; la Abasto Norte, con 11,01% y en el último escalón se encuentra la cuenca Mar y Sierras, con el 9,18 % de los tambos. Las otras dos zonas son la cuenca Sur y lo que se conoce como “Fuera de Cuenca”, que reúnen entre ambas menos del 6% de los establecimientos que producen leche cruda. Son datos oficiales pero de hace unos cuatro años.
Metido en una etapa de acercamiento a la problemática rural, el gobierno de la Provincia puso el ojo sobre el problema de los tambos y empezó a trabajar la relación con la llamada Mesa Lechera Provincial, un estamento que reúne a los productores, a las pequeñas y grandes industrias y al Estado, vía el ministro del área Alejandro “Topo” Rodríguez. La mesa había estado congelada por un par de años. Se sabe de líneas de créditos blandos que da el Banco Provincia a los más chicos de la cadena  y de subsidios no reintegrables que facilita la Nación. De todos modos, los reclamos de los tamberos por mejorar el precio del producto blanco siguen abiertos. 

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