None
CRISIS DE PAREJA

Las vacaciones, una “bomba” de tiempo

Distintos especialistas y estudios aseguran que en esta época del año crecen los conflictos y se multiplican las discusiones y separaciones. Todo lo que estaba oculto durante el año estalla en un período de aparente tranquilidad.

Si la pareja viene con problemas, fastidiosa y algo cansada de los roces cotidianos, cualquiera podría suponer que unas buenas vacaciones podrían traer un poco de calma. Pero no: según distintos estudios sobre rupturas matrimoniales, para aquellas parejas cuya relación viene cuesta arriba las vacaciones pueden convertirse en una verdadera bomba de tiempo. Y lo más probable es que esa bomba estalle.
“Si el vínculo viene bien -dice la psicóloga local Analía Brigandi, especialista en terapia de pareja-, unas vacaciones pueden ayudar a fortalecer la relación. Pero si la convivencia no es buena y arrastra problemas, lo más probable es que esas vacaciones terminen desembocando en una ruptura”.
Lo que dice la especialista entra en sintonía con varios trabajos estadísticos realizados sobre el tema. El sitio argentino buendivorcio.com.ar, especializado en crisis de pareja, reveló que el 60% de los problemas familiares aparecen durante las vacaciones. “En el verano aparecen muchos conflictos entre parejas que no están casadas, más que en otras épocas del año”, se apuntó desde ese portal.
Cuestión universal
No muy distinto es lo que opina el psicólogo clínico Esteban Cañamares, especialista en temas de pareja, quien explica que “muchas parejas achacan sus problemas a la falta de tiempo, al estrés y al exceso de trabajo, y piensan que cuando llega el verano se van a limar asperezas, pero no se arreglan porque los problemas son profundos. Pasadas las vacaciones se produce esa desilusión y ese mayor deseo de separación, por ese mecanismo, porque las relaciones malas son peores en vacaciones”.
El tema no es patrimonio de las parejas argentinas sino una cuestión, pareciera, universal. Según un informe reciente presentado por la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), de hecho, organismo que gestiona gran parte de las mediaciones matrimoniales en España, “en los meses de verano se deciden el 33% de las separaciones, cuando el verano es el 25% del año”.
Según Cañamares, cuya mirada entra en sintonía con la de Brigandi, durante las vacaciones “hay más roces, más enfados, más disputas por el poder en la pareja, por lo que después de ese período aparece un mayor deseo de separación”.
Los reproches, señalan quienes estudian el tema, empiezan por “falta de afecto, de caricias o de relaciones sexuales. Por eso, aunque aparentemente se discuta por temas banales, como la temperatura del aire acondicionado o a qué hora se va a la playa, el problema de fondo es que ese hombre o esa mujer, al que antes le encantaba que su pareja tomara las decisiones, ahora ya no lo soporta”.
A juicio de Cañamares, sin embargo, cuando no existen diferencias de fondo importante, las discusiones “se olvidan al día siguiente y las parejas pueden salir reforzadas del veraneo porque hay más tiempo para hablar, para pasear, para estar juntos”.

No tan conocidos

Otro aspecto al que hacen referencia los especialistas es que los problemas pueden estallar en esa época del año se tengan o no se tengan hijos. Desde la Asociación Argentina de Psiquiatría, de hecho, se apunta que muchas familias “viven uno al lado del otro durante el año, pero no viven juntos. Durante la época de trabajo y escuela cada uno está inmerso en sus ocupaciones, con sus problemas y siguiendo sus inclinaciones. Los padres en el trabajo, muchas veces tensionados, con sus amigos, no siempre compartidos ni siquiera con la pareja, y los hijos en la escuela y en las múltiples otras actividades que los padres les ofrecen para mantenerlos ocupados. La casa es casi un hotel donde llegan por la tarde o quizás directamente a la noche para dormir. Muchas veces no hay diálogo y por eso tampoco hay discusiones. Pero esto no quiere decir que constituyan una familia feliz. Las vacaciones son el momento en el que se encuentran, una o dos veces por año. Saben muy poco uno de los otros, son casi desconocidos e inevitablemente surgen los desacuerdos”.
Desde la UNAF, en tanto, se asegura que después de períodos de vacaciones aumentan las solicitudes de mediación ante rupturas familiares. “Se pueden duplicar”, asegura Julia Pérez, directora del organismo y quien coincide que una época de receso puede desatar una verdadera guerra en una pareja poco consolidada o con varios años de desgaste.
“Las vacaciones no son generadoras de conflictos de por sí -aclara Brigandi-, pero sí manifiestan todo aquello que ha estado latente durante el año y que por las obligaciones cotidianas nunca pudieron salir del todo a la superficie. Al alterarse esa rutina que una pareja sostuvo durante todo el año, surge entonces todo lo que se han encargado de ocultar. Y ante eso hay dos opciones: o se le pone punto final, o se usa el conflicto como un verdadero disparador para mejorar la relación”. 

COMENTARIOS