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AGREDIDAS “POR LINDAS”

Impulsividad y obsesión por la belleza detrás de la violencia entre las chicas

En las últimas semanas se produjeron nuevos casos de adolescentes atacadas por sus pares “por ser lindas”. Las claves detrás de los hechos.

“Te vamos a dejar la cara como Chucky, a ver quién te dice bonita ahora”. Esa fue la amenaza que escuchó Julia Álvarez, de 15 años, antes de que dos hermanas vecinas suyas, de 16 y 18 años, la emboscaran en la ciudad de Juan Domingo Perón, en Formosa, para concretar un ataque devastador: las chicas la cortaron y la apuñalaron. Cuando el ataque terminó Julia tenía la cara totalmente desfigurada y dos profundos tajos surcaban su espalda. La pesadilla, con todo, estaba lejos de terminar. Su hermana Yeni dice que a Julia la atacan desde hace años “por linda” y “por cheta”. Que ese día llegó a su casa “bañada en sangre, con la boca, los cachetes y la espalda cortada a la mitad. Ahora no sabemos qué hacer para contenerla. Se mira en el espejo y llora todo el tiempo. Y encima, nos volvieron a amenazar”.
El drama de Julia ocurrió el viernes 26, pero se conoció estos días y conmovió a la sociedad por su crudeza y por la edad de sus protagonistas. Pocas horas después trascendió otro caso similar, registrado cerca de Rosario apenas un día después. La víctima fue una chica de 16 años que sufrió un corte de 12 centímetros en el rostro provocado por otra adolescente, de 17. Todo comenzó con una disputa en Facebook y terminó cuando la agresora emboscó a su víctima en un baño del Club Atlético Empalme, ubicado a 45 kilómetros de Rosario. La atacó con un vidrio y le provocó una cicatriz que se inicia debajo del ojo derecho, recorre todo el pómulo y termina cerca de la oreja. Antes de ser enviada a un instituto de menores, la agresora posteó en la red social:“la agarré anoche en el baño de la sede y le arruiné la cara, jajaja”. La víctima y su familia no podían salir de su conmoción:las consecuencias podrían haber sido todavía mucho peores. Por milímetros el corte no interesó al nervio facial, lo que podría haber provocado en la víctima inmovilidad en la mitad de la cara. Por muy poca distancia, también se libraron de verse afectados el ojo y la arteria yugular. Estos casos fueron los más resonantes entre los conocidos en una semana en la que hubo otros dos hechos violentos protagonizados por chicas que alcanzaron una trascendencia nacional. Uno de ellos ocurrió en una escuela de Mataderos, donde una nena de 12 años fue golpeada por una compañera. La agresión fue grabada en un video y con ese video el padre de la agredida fue a hacer la denuncia a la escuela donde, según dijo, no obtuvo respuesta. Otro caso se produjo en Misiones, donde  una chica de séptimo grado fue atacada en el baño del colegio por una compañera de sexto.
Estos hechos se suman a una larga lista de episodios violentos protagonizados por chicas que se registraron este año y conmovieron a la opinión pública. El más grave de ellos, la muerte de Naira Ayelén Cofreces, el domingo 27 de abril último, en Junín, tras ser atacada por un grupo de chicas. Una de las hipótesis que manejaron los investigadores es que la habían golpeado “por ser linda” en el marco de una disputa entre dos grupos de alumnas que concurrían a la Escuela Secundaria 5 de nuestra ciudad.
También en La Plata se registró un caso resonante en el mes de mayo, cuando una adolescente de 18 años  recibió una violenta golpiza por parte de otras mientras viajaba en un colectivo que se dirigía a Etcheverry. “Me decían que me hacía la linda y que me calle”, dijo la agredida, Génesis Wilberger, al referirse a los momentos previos a la golpiza por la que sufrió una fractura en su nariz. Lo que más le asombró entonces a Génesis fue la pasividad de los testigos: durante los 10 minutos en los que fue golpeada nadie intervino para ayudarla.
Esta indiferencia del  entorno fue destacada en otros casos de violencia entre mujeres: a principios de 2013, un grupo de chicas golpeó hasta dejar inconsciente a una adolescente de 15 años a la salida de un boliche en la localidad entrerriana de Gualeguay y en plena calle, ante la pasividad de los que pasaban por el lugar: nadie intervino para separarlas, aunque alguien se ocupó de grabar la despareja pelea en un video que subió más tarde a Internet.
Puestos a analizar estos casos los especialistas destacan que la violencia entre chicas es una expresión más de la violencia presente en una sociedad donde los niveles de agresividad y de anomia son altos. Pero reconocen que llama la atención la virulencia de hechos en los que hasta no hace mucho era impensable encontrar protagonistas mujeres.
Para el antropólogo Héctor Lahitte, detrás de estos episodios hay una cuestión clave y es la existencia de una sociedad violenta, con crecientes niveles de intolerancia, impulsividad y una escasa tolerancia a la frustración.
Junto a esos factores, acompañados por una incapacidad para poner límites a los adolescentes de aquellos que tienen esa responsabilidad -padres o docentes- aparecen imperativos sociales, ideales y estereotipos instalados por el mundo de la TV y de la publicidad que se convierten en obsesión para muchas chicas.
“Hay una idea de belleza que propone la TV y se va creando el concepto de que no hay alternativa a ese modelo. Que no es posible ser bello de otro modo. Esto hace que para muchas adolescentes se transforme en una obsesión ajustarse a esos ideales de belleza. Y aquellas que no tienen la posibilidad de lograrlo, en el marco de una sociedad atravesada por la baja tolerancia a la frustración, apelan, en casos como estos, a eliminar al referente de ese ideal de belleza que tienen cerca”, dice Lahitte y agrega que “es una forma de apropiación a través de la violencia. El razonamiento es el siguiente: si no puedo tener el modelo de belleza que se me impone y anhelo, tampoco quiero tener la frustración delante mío todo el tiempo. Entonces ataco al referente de ese modelo que tengo a mi alcance; lo elimino”.  
Para Lahitte, “es necesario hacer hincapié en que este tipo de pasaje al acto sin mediación de una palabra muy devaluada a nivel social, viene unido a un factor clave: la imposibilidad de concebir los límites. Esto está demostrando que tanto padres como maestros están fallando en su tarea de poner límites.  Seguramente lo intentan. Pero no lo están logrando”, dice el especialista.
Como otros expertos, Lahitte entiende que estas peleas de chicas son una expresión más de una situación social en la que  la pelea se transforma en una forma cada vez más frecuente de dirimir conflictos. Y esto sucede en distintos ámbitos donde también se hace más frecuente el uso de categorizaciones que rotulan a personas o grupos a partir, sobre todo, de consumos culturales o pautas estéticas a través de los cuales los y las adolescentes construyen su identidad. 

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