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LLEVA MÁS DE 38 AÑOS EN EL LABORATORIO QUE INICIARON SUS PADRES

Carlos Milani: Un apellido que es sinónimo de bioquímica

Referencia ineludible en materia de análisis clínicos, el destacado profesional de nuestro medio repasa su trayectoria, explica los cambios sufridos a través del tiempo y habla de los pormenores de su actividad.

El apellido Milani es una referencia ineludible en materia de análisis clínicos en nuestra ciudad.
El bioquímico Carlos Milani se crió en medio de frascos, pipetas y jeringas. Su abuelo materno, que era italiano, había trabajado en la botica de Vicente Gandini y después, como idóneo farmacéutico, puso su propia farmacia, Del Águila, en 1915.
Su madre siguió la carrera de farmacéutica y su padre estudió Química con orientación biológica, ambos en La Plata, donde se conocieron.
Cuando se instalaron en Junín, en 1944, arrancaron con la farmacia. Y enseguida comenzaron a hacer análisis clínicos, una actividad que muy pocos hacían por aquellos años.
“Era todo muy artesanal –recuerda Carlos Milani– los análisis se hacían en el lugar donde también se hacían los remedios de la farmacia, porque en ese momento los medicamentos se hacían con las drogas puras. Y con los análisis pasaba lo mismo, no había reactivos para análisis, también se fabricaban con drogas puras”.
En aquel entonces se hacían unos 20 tipos de análisis, mientras que en la actualidad en Junín se hacen no menos de 900 tipos diferentes.
En ese ámbito se crió Carlos. “Nuestro juego era de laboratorio, mirar por el microscopio, secar todos los elementos de vidrio o controlar que las agujas estuvieran afiladas, porque en aquellos años se afilaban y se reutilizaban”, evoca.

Bioquímico

Milani sabía que se quería dedicar “a algo vinculado con la salud” y si bien podría haber sido médico o veterinario, se decidió por la bioquímica. Así fue como estudió y se recibió en La Plata.
Más adelante se interesó por el desarrollo de las técnicas hormonales y se inclinó por esa especialidad.
Por entonces empezaban los estudios a través de material radiactivo y Carlos Milani tuvo la posibilidad de ingresar a la Comisión Nacional de Energía Atómica, en donde se recibió de radioinmunólogo, es decir, especialista en el manejo de radioisótopos.
Luego se siguió capacitando en el tema de las hormonas, hizo numerosos cursos y se dedicó a esa área específica.
Paralelamente, hizo cursos de genética y de endocrinología, un área en la que, finalmente, hizo un máster que duró dos años y una tesis que lo llevó a dar una conferencia en Francia y tuvo repercusión internacional.

Su trabajo

Milani remarca que en su actividad debió capacitarse constantemente en nuevas técnicas. “Todo lo que aprendí en la universidad ya no se usa más”, resume, al tiempo que enfatiza que cambió mucho su profesión en todo este tiempo.
En ese marco, con los años su laboratorio fue creciendo en tecnología y en aparatología.
En cuanto a lo técnico, Milani considera que hubo un salto “tremendamente grande” con el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales de César Milstein (Premio Nobel de Medicina en 1984): “A partir de ahí, en vez de hacer muchas reacciones químicas, se empezaron a hacer reacciones inmunológicas y eso permitía diferenciar las moléculas. Por ejemplo, antes, cuando uno tenía que estudiar la glucosa en sangre, se determinaba lo que se llaman cuerpos reductores, es decir, todos los glúcidos, como glucosa, fructosa, rafinosa, mientras que ahora se determina solamente la glucosa”.
Milani también dio clases de física en la Escuela de Enfermería, y fue durante 30 años director técnico del laboratorio del Sanatorio Junín.
En ese contexto, señala cuáles son las diferencias a la hora de trabajar en un laboratorio privado, o hacerlo en uno que pertenezca a una institución como el Sanatorio: “La tarea es similar, pero se trabaja con otras urgencias. Además, si uno hace una estadística sobre los análisis que se llevan a cabo en uno y otro lado, se notan diferencias, porque a los pacientes que están internados se les hace un determinado tipo de estudios, que no se suelen hacer con pacientes ambulatorios. Por ejemplo, a una persona que está internada por problemas pulmonares se le hacen análisis de gases en sangre para ver cómo están los pulmones, y es un estudio que no se hace prácticamente nunca en un laboratorio que da a la calle”.

Balance

Con más de 38 años en la profesión, Carlos Milani sigue al frente de su laboratorio y al momento de hacer un balance, destaca que puede analizar el camino recorrido a partir de las satisfacciones que tuvo con su profesión: “Saber que hace muchos años le pude dar a una mujer la felicidad de tener un hijo, ya es un logro. El hecho de ver a través de un análisis que un chiquito tenía una anemia urémica que todavía no estaba declarada, y haber ido hasta el campo donde vivía para avisarle a los padres que debían internarlo de manera urgente y gracias a eso evitar un riesgo seguro de muerte, es otro de los tantos logros que dan la verdadera satisfacción en la vida. Lo demás, es secundario”.

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