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EN 1942 SU HERMANO ABRIÓ EL NEGOCIO QUE TODAVÍA CONSERVA

Arnoldo Baldo: Comerciante de más de 65 años de trayectoria

Está al frente de un tradicional bazar que arrancó como un local dedicado a reparaciones eléctricas y de radios. En el medio, anexaron repuestos y hasta una bombonería. Hoy es un referente en artículos de gastronomía.

Arnoldo Baldo nació en Junín. Es el menor de siete hermanos y se crió en la zona conocida como ‘el triángulo’, en la época en que la avenida San Martín no se llamaba así, sino que estaba conformada por dos calles distintas: Venezuela y Aristóbulo del Valle, donde vivía la familia Baldo.
Como todos sus hermanos, hizo la primaria en la Escuela N° 2 y cuando egresó, empezó como empleado.
“A mí no me gustaba el estudio”, reconoce sonriente, para luego agregar que él “sólo quería terminar la escuela para empezar trabajar”.

Sus comienzos

A principios de la década del 40, un hermano de Arnoldo, asociado con Chidichimo, abrió un negocio de reparación de radio y electricidad, en Hipólito Yrigoyen, casi Italia. “Mi hermano era técnico y se dedicaba a la parte de radios, mientras que Chidichimo, que era electricista, hacía todo lo referente a esa materia”, explica.
Los socios ya se habían separado y Baldo ya había sumado a otro hermano y se había mudado a Sáenz Peña 84, cuando Arnoldo –que tenía sólo 13 años– se incorporó al comercio. Era el año 1948.
“Empecé aprendiendo el oficio de la reparación de radio, también tendía, aunque era muy chico y lo que más hacía era limpieza y de cadete”, recuerda.

Distintos rubros

Ahí estuvieron algunos años, hasta que abrieron otro local al lado del Paseo Sáenz Peña, que pertenecía la Cooperativa La Equidad. Fue entonces cuando anexaron los productos de bazar.
Según dice, “en esos años no había comercios de ese tipo, sí había tiendas de ramos generales o regalerías, pero no bazares”.
Durante varios años mantuvieron los dos locales. Cuando desde La Equidad les pidieron el espacio, abrieron otro que estaba al lado del de Sáenz Peña 84: “De esta manera, tuvimos dos negocios pegados, en uno mantuvimos la reparación de radios, los trabajos de electricidad y el bazar, y en el otro pusimos bombonería, porque estaba al lado del cine Crystal Palace”.
Unos cuantos años fueron los que le dedicaron a estos comercios. “En un momento –recuerda– nos pidieron el local que alquilábamos, entonces nos quedamos con el que estaba la bombonería, que era nuestro, y abrimos el otro en el que estamos ahora, en Sáenz Peña 81, un local que es finito y largo. Acá compramos, y ya estuvimos más tranquilos”.
Posteriormente, su hermano se quedó con el local de enfrente y Arnoldo con el que tiene en la actualidad.

El paso del tiempo

Baldo asevera que luego de haber pasado su peor crisis, en 2001, vinieron los mejores años. “Empezamos a levantar y nos fue bien”, resume.
Es que la incorporación de su hijo al negocio le dio un aire de renovación.
Arnoldo cuenta que “las circunstancias” los obligaron a dedicarse “más al bazar y la gastronomía, porque ya no se arreglan las cosas”.
Y profundiza: “Ahora, de vez en cuando hacemos alguna reparación, pero cada vez menos. Lo que sucede es que las cosas que se venden hoy ya no se reparan. Nosotros nos dedicamos a la venta de repuestos para artículos del hogar, pero eso también está mermando. Pasa lo mismo que en otros rubros, en donde no hay piezas de reposición”.
En la actualidad, siguen contando con algunos repuestos, principalmente de cocina, “que son los que más se consiguen porque se fabrican acá”.
Baldo afirma que está “casi retirado” y sólo va al negocio “a dar una mano”.
Con todo, remarca que su actividad cambió bastante con el tiempo: “Ahora que mi hijo tomó las riendas del negocio, él está anexando algunos artículos de gastronomía, como cocinas y hornos más grandes, batidoras más de tipo industrial, porque los tiempos van cambiando y uno se tiene que ir actualizando. Hay que aggiornarse a estos tiempos y sumar los productos que demanda el mercado. Hoy en cualquier casa se puede comer sushi o comida oriental, y acá vendemos los palitos o un wok, cosas que antes no se veían. O tenemos, por ejemplo, pizzeras antiadherentes, mientras que antes solamente había de chapa o aluminio”.
Balance
Arnoldo sostiene que no hay grandes secretos que expliquen su vigencia a través de 66 años de trabajo ininterrumpido en el comercio local. “Haber tenido constancia y además dedicarle tiempo, porque a mí siempre me gustó trabajar”, dice, y luego añade: “Por supuesto que fue cambiando. Hace 50 años estábamos los tres hermanos, un cuñado y cuatro empleados, es decir que ocho familias vivíamos de los dos locales. Después no alcanzaba par tres y más adelante no alcanzó para dos. Pero trabajamos mucho”.
Con todo, mostrándose optimista respecto del futuro, Baldo hace un balance y se muestra satisfecho: “Estoy conforme de lo que hice. Lo que yo quería era trabajar y me gustaban las manualidades, así que me gustó todo, por eso seguí tanto tiempo. Ahora, a mi hijo también le gusta, así que esto va a continuar”. 

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