>ENCUESTA EXCLUSIVA DE DEMOCRACIA

El 60 por ciento responsabiliza a la Municipalidad de Junín por las picadas

>Seis de cada diez personas que participaron en el sondeo virtual de este diario consideraron que la Comuna falla en los controles de tránsito para prevenir y sancionar a las bandas motorizadas. El 30 por ciento culpó a los padres y sólo el 9 por ciento a la Policía Bonaerense.

La mayoría de los votantes en la encuesta semanal de Democracia, que se publica en el sitio web del diario, en www.diariodemocracia.com, atribuyó la responsabilidad por las picadas ilegales a la Municipalidad de Junín. 

De hecho, ante la pregunta “¿A quién responsabiliza por las picadas de motos en Junín?”, seis de cada diez votantes apuntó a la Comuna por la falta de controles preventivos y sanciones para erradicar las bandas motorizadas. 

El 30,48 por ciento de los participantes culpó a los padres, y el 9,14, a la Policía Bonaerense. 

En total votaron 525 personas. 


Un submundo…

El fenómeno de las picadas ilegales de motos en Junín ya no se trata sólo de un grupo de jóvenes que, durante algunas horas de la madrugada, circula alterando el orden y busca provocar a la Policía y los agentes de tránsito. 

Tal vez fue la constancia en el tiempo lo que logró convertir a estas carreras clandestinas en una especie de subcultura con su propio léxico, conductas, rasgos distintivos y hasta un estricto protocolo durante cada noche en la que operan.

Un claro ejemplo de esta situación es el grupo de Facebook “Picadas del posada” –en alusión a Circunvalación y Posadas, uno de los lugares donde suelen reunirse–, que ya supera los dos mil integrantes. Para pertenecer a este grupo, primero deben autorizar la solicitud alguno de sus administradores. Entre los miembros de esta comunidad que la red social permite ver, se encuentran chicos juninenses, muchos de ellos menores, y una gran cantidad de chicas, que no esconden su fanatismo por “las picadas”.

Este submundo juninense se encuentra lejos de mostrar una devoción por las motos propiamente dicha, como los tradicionales grupos de motociclistas que se reúnen con frecuencia en distintas ciudades mostrando sus modelos ya sean cero kilómetro, clásicos, rarezas de una marca o incluso con desarrollos estéticos o de motor para mejorar al rodado, clubes de alguna marca o tipo de vehículo en particular.

Quienes se mueven dentro de este ambiente, no tienen problemas en exhibir motos de marcas genéricas o de procedencia china, en lugar de las tradicionales japonesas como Yamaha, Honda, Kawasaki o Suzuki. Son contados los casos de quienes utilizan un vehículo “de marca”.

Incluso tampoco eligen los modelos para correr por su potencia o cilindrada. Son numerosos los casos de quienes eligen los ciclomotores de 70cc o 110cc de cilindrada y personalizarlos con lo que haya a mano con tal de tener un vehículo para participar de las salidas los fines de semana.

A su vez, este puede ser un factor que vuelve más peligrosa la realización de las picadas, ya que al exigir al límite este tipo de motos –diseñado originalmente para trayectos cortos o de paseo– las posibilidades de protagonizar un accidente se multiplican. 

En suma, los frenos a tambor en las dos ruedas con los que suelen venir esos modelos, están lejos de ofrecer una respuesta óptima en caso de una emergencia a alta velocidad que, en uno de estos rodados, puede alcanzar los 100 kilómetros por hora.

La “preparación” de las motos consiste en tratar de adaptar piezas de otros rodados de mayor cilindrada o una tecnología mejor al motor de los modelos genéricos, como por ejemplo el carburador, el filtro de aire o la tapa de cilindros.

Cuando una moto está “tocada” para mejorar la respuesta, los jóvenes suelen hablar de ponerle “tuco”. Esta es una de las palabras más escuchadas en este submundo.

A sus propias motos las llaman “la chorra”. En varias expresiones, el paralelismo con el mundo marginal está presente.

Otra de las habituales y que ya forman parte del léxico es hablar de “gorrudos”, en referencia a la Policía.

Un factor básico en casi todas las motos es el reemplazo del escape original por uno “de competición” –aunque en la mayoría de los casos confeccionado de forma casera. Si bien la idea original de esta práctica es aprovechar mejor los gases de combustión para obtener más caballos de potencia, la realidad muestra que muchos cambian el silenciador o los dejan libres sólo por el ruido que generan al andar.

Una de las maniobras más riesgosas que no es propia sólo de las noches de picadas, sino que también se observa a plena luz del día en las calles juninenses es el wheelie, o lo que en la jerga de las picadas se conoce como “colgar” la moto.

La acción consiste en acelerar de forma brusca el motor y acompañar el efecto de la inercia del cuerpo hacia atrás para levantar la rueda delantera y circular, haciendo equilibrio, sólo con la trasera.

El wheelie –realizado en la Ciudad y con motos que no son propicias– comprende una real amenaza para terceros, ya que en esta posición, no hay posibilidad de frenar ni doblar hasta no volver a estar en dos ruedas. Ante un imprevisto, la posibilidad de perder el control es alta.

Uno de los desafíos es hacer tocar el “colín” de la moto con el asfalto, algo que lo vuelve más peligroso todavía. Luego, los jóvenes suelen compartir sus fotos “colgando” el ciclomotor en las redes sociales. Para peor, en muchos casos lo realizan con el acompañante a bordo. <

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