SEMANA DE LAS ENFERMEDADES REUMÁTICAS

Artritis: la importancia de su detección

Es una enfermedad inflamatoria crónica de origen autoinmune que produce daño articular con alteración de la calidad de vida. Llaman a reconocer sus síntomas para comenzar el tratamiento temprano y prevenir un daño mayor.

La artritis reumatoide (AR) se caracteriza por producir inflamaciones persistentes en las articulaciones y ello puede llegar a causar una destrucción progresiva con distintos grados de deformidad o incapacidad funcional. Por esa razón, es muy importante su temprana detección.
Esta semana, diversos establecimientos e instituciones trabajan para concientizar a la ciudadanía sobre las enfermedades reumáticas. Por ello, la Doctora Laura Maffei, directora del Centro Médico que lleva su mismo nombre, advierte que “probablemente aquel dolor en las articulaciones que aparece por las mañanas y se atenúa con el correr del día sea más que una molestia pasajera y que merezca una visita al médico”.

Más mujeres que hombres

La AR produce una inflamación crónica, y que origina dolor, rigidez, hinchazón y pérdida de la movilidad del cuerpo. Se calcula que afecta a un 1% de la población mundial, siendo las mujeres tres veces más propensas que los hombres.
“Si bien su aparición suele ocurrir entre los 40 y 50 años, la AR puede producirse a cualquier edad y se desconocen los factores exactos que la originan”, indicó Maffei.
La especialista comentó que en esta enfermedad, “el sistema inmunitario ataca a los tejidos de su propio cuerpo y los destruye progresivamente con distintos grados de deformidad e incapacidad funcional”.

Detección temprana


“Dado que las lesiones se producen durante los primeros dos años, es necesario estar atento a los síntomas para lograr una detección temprana. A diferencia de la artrosis que se hace notar después de hacer algún ejercicio o algún esfuerzo físico, la artritis reumatoide suele aparecer por la mañana y va desapareciendo progresivamente a medida que el paciente ejerce su actividad diaria”, indicó.
La especialista remarcó que “la inflamación de las articulaciones afectadas causa dolor, rigidez articular y puede generar abultamientos duros (nódulos reumatoides) en las zonas de roce de la piel como los codos, el dorso de los dedos de las manos y de los pies, e incluso pueden encontrarse en el interior del organismo”.
“El daño articular, cuanto más severo, altera la calidad de vida y aumenta la discapacidad motriz; por lo que un tratamiento temprano resulta esencial”, comentó.
La AR también puede producir algo de fiebre y, en ocasiones, una inflamación de los vasos sanguíneos (vasculitis) que provoca lesión de los nervios o úlceras en las piernas.
La sequedad de la piel y las mucosas son otra señal de que se está padeciendo esta patología, lo cual ocasiona una inflamación y posterior atrofia de las glándulas que fabrican las lágrimas, la saliva, los jugos digestivos o el flujo vaginal (síndrome de
Sjögren).
A su vez, al causar inflamación de las membranas que envuelven los pulmones (pleuresía) o de la envoltura del corazón (pericarditis), esta enfermedad crónica incluso puede generar dolor torácico, dificultad para respirar y una función cardíaca anormal.
Al tratarse de una enfermedad autoinmune, se desconoce su origen exacto pero puede ser motivada por factores genéticos u hormonales, o asociarse a otra enfermedad autoinmune como la Enfermedad de Graves o Tiroiditis de Hashimoto. Por este motivo, la consulta endocrinológica resulta de gran ayuda.
Debido a que los síntomas de esta enfermedad no suelen ser del todo evidentes durante su inicio, puede dificultarse el diagnóstico. Sin embargo, es muy importante que se controle cuanto antes ya que de ello depende la evolución de la patología. “Resulta necesario que quienes sospechen de padecer esta patología hagan la consulta médica, para así poder comenzar con un tratamiento temprano que va a impedir el daño sobre las articulaciones y va a mejorar la calidad de vida de los pacientes”, comentó Maffei.

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