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PERSONAJES DE NUESTRA CIUDAD

Juan Casco, creador de la cuerda de tambores La Morena y difusor de la música de percusión

Desde la década del 60, siendo muy joven, se ha dedicado a tocar en principio la batería y luego el bombo folclórico, pero desde el 2005 a esta parte, abrazó la idea de crear una cuerda de tambores, con reminiscencias africanas, experiencia que no ha parado en sumar adeptos.

Juan Jorge Casco es percusionista y baterista y creador de la cuerda de tambores “La Morena”, un taller que ha ido sumando participantes que decidieron probar tocar instrumentos de percusión, sin ser músicos.
El grupo ha tocado en diversos escenarios, donde lo han invitado. Sus integrantes han difundido de esta manera, la música de percusión, dando una impronta singular a los espectáculos donde les ha tocado participar.

Orígenes


Casco viene de una familia de músicos, su padre Jorge Luis (fallecido en el 2009), y su hermano Carlos Daniel son músicos, como así también su abuelo y tíos, integrantes de una familia que tiene sus raíces en Rojas.
Atraído por la persución africana, de muy joven abrazó la música tocando batería en distintos grupos musicales de Junín, en la décadas del 60 y principios de los años ’70. Integró el conocido grupo Magia Negra, en la oportunidad que reemplazó al percusionista Roberto Veros, quien por entonces había sufrido un accidente de tránsito.
Su abuelo tocaba el contrabajo, en una orquesta de tango, en Rojas, y dos de sus tíos, también eran conocidos como músicos.
Los más chicos de esa familia rojense se fueron incorporando a la banda municipal, donde su papá, Jorge Luis, tocaba la corneta, en tanto que uno de sus tíos, la trompeta. “Tengo una tía cancionista, casada con un saxofonista. Y es así, que se había armado una orquesta casi familiar, con cuatro o cinco hermanos Casco, con mi tía que era cancionista. Venían a tocar a Junín, también”, recordó en una entrevista realizada con DEMOCRACIA.
“Mi padre me enseñó tumbadoras en la década del 60’. Comencé a los 13 años aprendiendo el movimiento de las congas, son esa especie de tambor tipo barril. En la Jazz Casco de Rojas (B), tocada en una orquesta que mi padre tenía junto a su hermano. En el ’69, comencé con la batería a interpretar temas de The Beatles, y logramos formar un grupo en Junín, que se llamó Grupo Casco, y en algún momento se llamó los Cascombo, porque al pasar de once músicos a cinco, la reducción de una orquesta de jazz grande era un combo, entonces quedó ese nombre”, explicó.
Recuerda que como entonces era menor, el Sindicato de Músicos le daba permiso, con autorización de mi padre, a estar en los lugares donde tocaban.

Capacitación


“A los fines de’ 70 estudié batería en Buenos Aires con Horacio ‘Droopy’ Gianello. En 1984 toqué con una banda en Castelar, que se llamaba El Tren, era rock progresivo o jazz rock, y acompañé una comedia musical que se llamó ‘El Príncipe que perdió la risa’, en el teatro de Morón, con la dirección de Pepe Riggio, director de teatro conocido”, dijo el entrevistado.
“Desde 1999 hasta el 2004 estuve tocando bombos folclóricos, en el festival de Cosquín, al que regresé después en el 2010 con un grupo de Los Toldos. En la década del 2000, estudié con Yeye “Caboca” López, un profesor afrouruguayo y músico reconocido, juntas de tambores afro (tres tambores principales para hacer candombe). Ahí aprendí a tocar tambores africanos, los que según el diámetro del tambor, es el sonido que produce. Así aprendí candombe y junto con una Cuerda en La Plata, con la cual íbamos los fines de semana, yo tenía mi hija allá, reforzamos la idea del candombe. Ahí surge la idea de hacer un taller, que empieza en el 2005”, señaló.
Juan Casco mencionó también al músico internacional juninense Rubén Aguilera, quien lo orientó cuando se fue a estudiar a Buenos Aires.

De la batería al tambor

Este es el historial de Juan Casco hasta llegar a la actualidad, con la cuerda de tambores “La Morena”, nombre puesto en homenaje a Cesaria Evora, cantante caboverdiana, fallecida en el 2011.
La Cuerda se reúne en General Paz 444, casi Newbery, y ahí van quienes quieren aprender persución.
“He tomado técnicas de aprendizajes de varios maestros, que he mencionado y quiero resaltar la bondad en propagar toda la cultura negra, con lo que ello representa”, dijo Casco, agradecido a todos los que le enseñaron la música que hoy puede transmitir.
Consultado sobre la moderna batería, instrumento que ha tocado y toca, dijo: “es un resumen de tres instrumentos de percusión, tambor (redoblante), el bombo (sonido grave) y los platillos. En una banda son tres integrantes, por eso la batería es un invento para que los toque una sola persona”
“Los elementos de percusión, en general, siempre tienen una conexión con la cultura africana. Los tambores pertenecen a la raíz africana, expandidos en América esclavista, después del siglo XV. La geografía va adaptando esas raíces africanas de acuerdo a su ritmo, por ejemplo, un ritmo hecho en la montaña, es muy diferente al de la llanura. Un joroco venezonalo no tiene nada que ver con la chaya riojana, cada pueblo lo fue adaptando este ritmo, lo hizo propio, pero teniendo una relación a las bases”, explicó.
Retomando el tema de la Cuerda de Tambores juninense, dijo: “Está integrado mayoritariamente por mujeres, cosa que ha llamado la atención a más de uno, que piensan que el bombo, es cosa de hombres. Yo tengo la idea de tener una apertura mental, sobre la persona que va a ejecutar un instrumento, es una concepción propia, pero también el momento ayuda”.
“Pienso a la música como un acto de liberación, nosotros tenemos un tema que se llama Libertad, y la libertad es no tener restricciones de ningún tipo, ni sexual, ni color de piel, etc. En este momento la mujer está surgiendo con más actitud, incluso más que el hombre en cuestiones modernas. Cosas que hacen bien al cuerpo, a la mente o al espíritu, los hombres la pasan por alto con tal de tener el auto, comentar el Dakar y ser canchero en una confitería, con la copa en la mano…”, manifestó.

Integrantes

La cuerda La Morena está integrada por María Inés Nacer, Gabriela Ramírez, Laura Hernándo, Aldo Buono, Patricia Jordi, Andrea Nanni, Rosana Eisaghirre y Marcela Perata.
“Las primeras alumnas de La Morena, fueron mujeres: Rosana, Laura y María Inés. Después se sumaron otras. A partir de esa primera formación, empezamos a tocar en Unnoba, y ahí se integró Aldo Buono, como así también otras chicas, en la apertura de ciclos del Museo”, dijo.
Un consejo: “para aprender, hay que ser paciente cuando arrancás y tener un espacio para la práctica, y así lograr resultados. Por ejemplo siete horas semanales para ensayar. Mucho ensayo. Con La Morena, son dos toques semanales sí o sí, desde hace tres años. El que más tarda, con una clase por semana, podés estar tres meses para agarrar el sentido del ritmo y poder acoplarse con el resto”, explicó.
Un detalle que vale la pena resaltar es que los integrantes de la cuerda La Morena pertenecen a distintas profesiones: hay docentes, profesora de pilates, psicólogas y Buono, que es un jubilado de la industria farmacéutica.
Durante la charla con DEMOCRACIA, Laura Hernando dijo: “Yo lo ví a Juan tocar en el Museo, en una apertura y me quedé fascinada por lo que hacía. Me encontré con Rosana y dijo que se estaba iniciando un taller, esto fue en el 2010 y me preguntó si me animaba. A mí me encanta bailar, pero nunca había imaginado que podía tocar un tambor. Había estudiado piano en el conservatorio de chica, pero esto me encanta, me siento muy bien en el momento que lo hago. En principio hubo como una resistencia pero después me decidí, me conecta un montón, no veo la hora de que llegue el momento de ir a tocar”.
Por su parte Aldo Buono, señaló: “en el 2001 mi hija me dio una sorpresa y me regaló un bongó. Al mes, voy a la Unnoba y en el festival de los idiomas, en la cátedra de portugués, se presentó Juan y la cuerda La Morena. Cuando vi la gente bailar y a las chicas tocar dije: ‘esto es lo mío’, lo mío es el grupo. Así, en medio de la batucada logré sacarle a Juan la dirección donde se reunía para ensayar, y a partir de las primeras clases individuales, para ponerme a tono con los que me llevaban ventaja, empecé y me siento bárbaro, es más, cuando no hay clases me siento mal”
Patricia Jordi comentó que antes de integrar la Cuerda, tuvo una pequeña experiencia con el tambor, y cuando empezó a buscar algo similar, encontró a Juan. “A partir de ahí no paré más”, señaló.
María Inés Nazer es docente y bibliotecaria, y para ella la Cuerda es recreativa, no profesional. “Yo nunca me imaginé que iba a tocar un instrumento así. Por un lado lo individual está bueno, porque cuando uno ve que va avanzando en lo grupal, observa que hay un interés en común. Es muy lindo cuando uno va a tocar en público y a la gente le gusta”, dijo. 

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