ENFOQUE

¿Qué hay que hacer?

El joven disimuló su incomodidad con el saco, mientras comprobaba en la vestimenta de su equipo que la orden había logrado la homogeneidad simbólica buscada. Caminó los cuarenta pasos que lo separaban del salón donde titilaban los flashes, arengó a su tropa y decepcionó a los que buscaban definiciones novedosas; “lo que tenemos que hacer es generar mayor oferta de dólares y con respecto a la demanda ver cuál es el uso que se les da a esos dólares; no vamos a hacer nada que genere cambios bruscos en la economía”.
Lógico; el cambio de gabinete no se produjo sólo porque la Presidenta quisiera mostrar que volvía a sus funciones con plenitud total, ni tampoco exclusivamente como respuesta al flojo desempeño electoral. La movida se explica por el sistemático y persistente deterioro en las reservas internacionales, cuyo inicio se remonta a julio del 2011, momento en que “el chanchito” del Banco Central llegó a acumular 52.031 millones de dólares.

Precios y dólar

 Las causas del deterioro son simples; los agentes económicos notaron que desde julio del 2007, los precios habían aumentado 225% como consecuencia de la inflación creciente, mientras que el dólar sólo había subido un peso, de 3,10 a 4,12 en los últimos cuatro años.
Puesto en otras palabras, los precios subían por el ascensor y los dólares por la escalera, generando un notable atraso cambiario totalmente insostenible. Pero claro, el Gobierno venía de perder estrepitosamente las elecciones en el 2009 y no tenía respaldo político para devaluar la moneda, ni para tomar las medidas necesarias para bajar la inflación. Resultaba apremiante recuperar primero el capital electoral; después de todo la Presidenta se jugaba la reelección y la gobernabilidad. En esas condiciones todo hacía pensar que el Gobierno no podía devaluar antes de octubre, pero que lo haría con seguridad (no por elección, sino porque no le quedaría otra alternativa), pasadas las elecciones.
Por esa razón la fuga de dólares se aceleró en los meses previos y para principios de noviembre las reservas acumulaban una caída de 5.000 millones en cuatro meses.

El cepo

El Ejecutivo tomó la decisión de dejar de regalar dólares y respondió con la peor medida económica de los últimos 10 años, imponiendo el ya bien conocido cepo cambiario, que empezó siendo un ligero control de capitales pero terminó cerrándose cada vez más. Incluso a pesar de los muy buenos precios de nuestras materias primas exportables, lo cierto es que durante 2011 la cuenta corriente del balance de pagos arrojó un déficit de 2.173 millones de la moneda norteamericana y aún con la “muralla china” que Moreno construyó para que no entraran productos importados, durante 2012 el resultado volvió a ser ligeramente deficitario.
Y eso con viento a favor; para que el lector tenga una idea, si todos los bienes que exportamos e importamos durante 2012, los hubiéramos tenido que vender y comprar a los precios internacionales que había en el 2001, Argentina habría experimentado un déficit comercial de 12.772 millones de dólares en 2012, y el rojo de la cuenta corriente habría superado los 28.203 millones, haciendo colapsar instantáneamente al modelo. Ahora bien, desde el establecimiento del cepo, el Banco Central ha perdido 15.000 millones de dólares de sus reservas e hizo crecer la base monetaria (vía emisión) un 72%.
En resumen; si en noviembre del 2011 había 4,20 pesos por cada dólar, dos años después hay 10,50 unidades de moneda argentina por cada unidad de denominación estadounidense y la semejanza con la evolución del dólar Blue en el interín no es mera coincidencia.
El flamante ministro hizo hasta ahora tres cosas: cerró un poco más el cepo con el impuesto a los autos importados y las inspecciones a los sitios de venta online; aceleró las microdevaluaciones del peso y por último buscó normalizar las relaciones económicas con el establishment internacional al acordar una compensación multimillonaria a Repsol, cuya letra chica aún está por verse.

Las consecuencias

En este contexto dejar de regalarles dólares a los ricos que compran autos importados es lógico, pero insuficiente. Las microdevaluaciones generan un problema en el corto plazo, porque los que tienen dólares esperan a que suban más, para liquidarlos, mientras que los importadores aceleran los pedidos y se stockean para evitar tener que pagar un dólar más alto a futuro.
Y por último, aunque los capitales suelen ser masoquistas y tener poca memoria, es imposible que entren si no se les garantiza que van a poder salir (léase: si no se elimina el cepo, o se les deja entrar los dólares al valor del cambio paralelo legal).
La única solución posible del Gobierno pasa por primero generar un shock en las expectativas que convenza a los agentes económicos de que hay un plan creíble y consistente para bajar la inflación. Incluso cuando el plan no sea de hecho bueno, lo importante y fundamental es lo que en definitiva crea la gente respecto del plan.
Si se tiene éxito en domar las expectativas, luego hay que ajustar de una sola vez el tipo de cambio, o al menos el dólar de las economías regionales, el turismo, la remesa de utilidades y las inversiones de capitales foráneos.
La batalla no está en la cadena de valor, ni se gana con gradualismos. El terreno de la disputa es la mente de los consumidores y productores. Si se logra cambiar esas representaciones mentales y la gente cree en el plan del Gobierno, el éxito está asegurado.


COMENTARIOS