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>JUICIO POR CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD COMETIDOS EN JUNÍN

Involucran a Camarro en las detenciones de los desaparecidos Romié y Mesa

>Lo hizo un ex comisario que en su declaración señaló que el actual empleado de la Fiscalía General estuvo en los operativos en los que se llevaron a los dos jóvenes. Además, un testigo afirmó que sufrió torturas en la Comisaría Primera siendo menor.

El ex comisario Benito Almada estaba ansioso por declarar. Se le notaba en la inquietud con que se dirigía al tribunal.

Fue citado como testigo a partir del testimonio de Alberto Silva, quien había dicho en la audiencia anterior que Almada podía tener datos sobre los sucedido con los desaparecidos juninenses Adrián Romié y Gilberto “Beto” Mesa.

Algunos integrantes de organismos de derechos humanos desconfiaban de lo que pudiera aportar el ex comisario. Especulaban con que su intención era “salvar a (Abel Oscar) Bracken”, uno de los acusados en este juicio, y temían por la posibilidad de que ofreciera “pescado podrido”.

No obstante, la posibilidad concreta de que pudiese aportar información sobre el paradero de Mesa y Romié aparecía como esperanzadora.

Sentado frente a los magistrados, Almada involucró a José Luis Camarro como partícipe de las detenciones de los dos jóvenes desaparecideos.

Camarro, que se desempeña en el Poder Judicial y es (o fue hasta hace poco) el chofer del fiscal general, Juan Manuel Mastrorilli, ya había sido vinculado con la represión ilegal. Concretamente, una de las testigos en este proceso lo sindicó como el autor de reiteradas violaciones a ella.

En su declaración, Almada aseguró que Camarro “se ufanaba, se jactaba” de sus vínculos con el poder  policial de entonces.


El testimonio de Almada

Almada explicó que en diciembre de 1976, prestando servicio en la subcomisaría de Zárate, tuvo un encuentro con Camarro en el que éste le revelo que “había hecho un procedimiento deteniendo a un subversivo, que era Romié”.

Según Almada, Camarro le contó que a Romié “lo sacó de un taxi de Coronel Suárez y Saavedra” y que en el operativo “estaba integrado por Maisterra, un oficial de apellido Vega, de Los Toldos, y un oficial del Regimiento de apellido Balmaceda”.

El testigo también refirió que “cuando consuman el hecho, iban al Ejército pero reciben una orden para que se vayan al Punto Uno, que era el predio de la Sociedad Rural. Ahí ingresan, había otras personas armadas y dejaron al detenido. Después se presenta en la base y fue asignado para hacer el operativo que derivó en la detención de Mesa, junto con un oficial de apellido Carnevale”.

Además, Camarro contó –siempre según Almada– que a Mesa lo trasladaron “a una quinta ubicada detrás del regimiento, que era de una persona de apellido Boccaccio”. Y agregó: “Me dijo que era usual dejar personas en esos lugares porque en el regimiento había circulación de soldados y no querían que se vieran esos movimientos”.

Almada sostuvo que “Camarro se ufanaba, se jactaba, de ser muy cercano al comisario” y consideró que “no medía las consecuencia de sus acciones”.

Luego, Almada señaló: “Con el tiempo, Camarro logra mimetizarse en el Poder Judicial de Junín, cubierto por el ex fiscal Elio Lago. Me llama la atención cómo Camarro deja de ser vigilante para pasar a ser hombre de confianza del fiscal y del juez”.

En ese marco, el presidente del Tribunal, Carlos Rozanski, le preguntó si no había denunciado este hecho, a lo que el testigo respondió que en 2012 envió una carta relatando estos hechos al vicegobernador Gabriel Mariotto y a la procuradora general de la Provincia, doctora María del Carmen Falbo.

A partir de ahí, los jueces le impidieron seguir con su testimonio: es que al no haber denunciado los hechos cuando era policía, en caso de continuar con su declaración podría incurrir en una autoincriminación, dado que podría incurrir en el delito de “incumplimiento de los deberes de funcionario público”.


El caso de Miguel

Benito de Miguel vivía en Buenos Aires pero algunas cuestiones personales hicieron que el fin de semana del 24 de enero de 1977 estuviera en nuestra ciudad.

Según lo declarado ayer, la madrugada de la detención de los miembros de Coart, la esposa de Rubén Liggera le contó lo sucedido y de Miguel –que era secretario general del MID– se comunicó con amigos de Capital para ver cómo podían ayudar.

También habló con amigos y dirigentes locales, pero por la tarde fue detenido: “Iba por calle Alsina y entre Lavalle y Alberdi, me encierran dos autos sin identificación, con dos personas a bordo de cada uno, me sacan del auto, me colocan en la parte de atrás de uno de sus autos, uno de los secuestradores se sube a mi auto y va a la comisaría primera con mi hijo. Esto lo sé porque más tarde el comisario Pena llamó a mi hermano para que fuera a buscarlo”.

De Miguel estuvo detenido en una celda de la cárcel que estaba en construcción. Relató que allí fue sometido a tormentos durante los siguientes tres días, aunque aclaró que “en relaciones a las monstruosidades que fueron reveladas en este juicio”, tuvo “un tratamiento más leve”. Y profundizó: “No fui picaneado, pero sí sufrí simulacros de fusilamientos, me apoyaban una pistola en la sien y la gatillaban en mi cabeza y me dieron golpes”.

Además, le tocó “presenciar el paro cardiorrespiratorio de Ariel de Siervo y el revuelo que eso causó”, algo que pudo ver “por una rendija de la venda”.

Luego lo llevaron a la Comisaría Primera, donde fueron “blanqueados”.

Para ese entonces, su hermano se había comunicado con el ex presidente Arturo Frondizi y éste había hecho gestiones con el ex jefe del Primer Cuerpo de Ejército Guillermo Suárez Mason.

Posteriormente, Benito de Miguel junto con los otros detenidos fue enviado a San Nicolás, de donde fue liberado 60 días más tarde. <

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