ENFOQUE

Contra el golpe de calor…

En enero y febrero las calles son un infierno e, inclusive, estar en una pileta o a la sombra parece no hacer la diferencia, por lo que surge la amenaza del denominado golpe de calor, que afecta a personas de todas las edades y se produce cuando las altas temperaturas hacen que el organismo no pueda disipar esas altas temperaturas.
Por tal motivo, los especialistas destacaron la importancia de conocer “de qué se trata” este problema y atender algunas cuestiones básicas para prevenirlo.
“El golpe de calor es un cuadro que se genera tanto en personas jóvenes como adultas y que se caracteriza por el aumento de la temperatura del cuerpo por encima de los valores normales. Otra de sus claves es que no responde a un evento fisiológico, como puede ser la fiebre”, explicó Martín Lynch, médico de staff de Clínica Médica del Hospital Universitario Austral (HUA).
En ese sentido, Lynch remarcó que “se trata de la imposibilidad del cuerpo de regular la temperatura debido a que en el medio que lo rodea ésta se encuentra muy elevada”.
“Esto impide que el organismo disipe el calor, como lo hace habitualmente, generando un aumento de la temperatura corporal que interfiere en el adecuado funcionamiento de las proteínas que llevan a cabo funciones importantes en el organismo”, detalló el especialista.
En cuanto a las pautas que hay que tener en cuenta para prevenir el golpe de calor y la deshidratación, Lynch enumeró:
-Mantener un buen nivel de hidratación. Para eso, hay que beber al menos 2 litros de agua por día, salvo que exista una contraindicación por parte del médico.
-Evitar exponerse al sol en horas pico.
-Evitar realizar ejercicio físico en horas pico.
-Siempre que sea posible programar las actividades al aire libre fuera de las horas pico y realizarlas en lugares frescos y resguardados del sol.
Más allá del cuadro específico conocido como “golpe de calor”, las altas temperaturas implican un riesgo para algunas personas debido a la perdida excesiva de agua y electrolitos del cuerpo que llevan a generar trastornos en la regulación de sus funciones.
Las personas con más riesgo son aquellas que se encuentran en los “extremos” de la vida como, por ejemplo, los bebés y los adultos mayores (entre 70 y 75 años).
También presentan más riesgo las personas con patologías crónicas (enfermedades renales, cardiacas, pulmonares, entres otras) que suelen tener menor capacidad de respuesta ante este tipo de cambios físicos. 

COMENTARIOS