La seguridad de los objetos

Caminar por la Avenida Corrientes, entrar a una librería y pagar unos pesos por un libro perdido. Pasar las hojas amarillas y encontrar una dedicatoria que nos recuerda un buen momento. Ver una biblioteca completa y tener la sensación de que nunca vas a terminar de leerlos. La posesión del objeto, por el valor de la propiedad o por el placer de la colección, no es considerada por algunas teorías que llegan de la mano de la tecnología.

Desde hace algunos años somos testigos de un argumento que refiere a la posible desaparición de los libros en manos de los avances tecnológicos. El planteo se sostiene sobre el potencial superador de “lo digital” sobre “lo material” habilitando un debate que no considera un tercer elemento: el valor simbólico de los objetos.

El objetivo de esta columna es acercar una interpretación de la trascendencia de “lo simbólico” como herramienta fundamental de la comunicación. Desde mi punto de vista, esta consideración estaría por encima de lo real” y “lo virtual” como ejes habituales del debate.

La publicidad constituye una herramienta fundamental para insertar productos y servicios en un determinado el mercado. Se trata de una profesión que materializa y reproduce las posiciones que los sujetos tienen frente al consumo. Esas posiciones nos hablan de roles, estatus y lugares que estarían presentes en el imaginario colectivo. Un claro ejemplo es cuando ingresamos al despacho de un “letrado” y la construcción de seguridad se sostiene sobre la presencia de una biblioteca plagada de libros. En esta situación, “el libro” toma un valor trascendental en la percepción que tendremos de esa persona. De igual manera, este objeto tomado como referencia en esta columna, traslada sus atributos y cualidades a la persona que lo conserva representando una forma de construcción de identidad (siempre lo vemos con libros, ergo: es inteligente)

Por otro lado, cabe destacar que el avance de la tecnología potencia el valor del objeto. Vemos así como a medida que se intenta reemplazar a los libros con sus contrapartes digitales la gente comienza a fetichizar el objeto.

Lo real, lo virtual, lo digital y lo material. Nociones que se estructuran sólo bajo la interpretación del valor simbólico como sostén de todas las relaciones sociales.