La familia Raggio reunida.
La familia Raggio reunida.
MÉDICO NEURÓLOGO

Gustavo Alberto Raggio: “Siempre me atrajo el acompañamiento de la gente”

Egresado de la UBA, y confeso hincha de Vélez, recaló en nuestra ciudad para escribir su historia personal y profesional. De hecho, sus dos pilares son su familia y su trabajo. Se convirtió en un emblema en el HIGA tras más de cuarenta años de desempeño y transita sus primeros días como jubilado.

Gustavo Raggio integra la lista de numerosas personas que llegaron a nuestra ciudad para desarrollarse y formar su propia familia. Se puede afirmar que es un juninense por adopción, ya que, es donde vivió, prácticamente, toda su vida. Actualmente, es una palabra autorizada en el mundo neurológico de Junín. 

La semana pasada vivenció su último día en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), después de casi 40 años de trabajar ininterrumpidamente allí.

En diálogo con Democracia, Raggio recordó sus primeros años en nuestra ciudad, abordó los años de estudio en medicina en su regreso a Buenos Aires, realizó un balance de su trayectoria como profesional y resaltó el lugar ocupado por su familia.

Infancia 

“Nací en Caballito, pero vivíamos en Castelar, en el Gran Buenos Aires, hasta los 13 años que nos vinimos en familia a Junín. Mi viejo era visitador médico. Estaba en un laboratorio que hacía todo el Oeste y le ofrecieron empezar a viajar para la zona de Junín y le convenía desde el punto de vista laboral”, inició.

De tal forma, fue que la familia Raggio desembocó en nuestra ciudad. “Fui al Marianista. Viví dos etapas en el secundario: entré en el 73 y terminé en el 77. Tres años de democracia y dos de dictadura”, contextualizó.

“Estábamos trabajando en grupos juveniles con tareas pastorales y sociales que no eran bien vistas por el gobierno de ese momento. Sin llegar a ser perseguido, éramos controlados y estábamos marcados como los católicos del tercer del mundo”, compartió. 

Y siguió: “Sabías que ibas al centro y algunas cuadras atrás tenías un auto ´Torino´ que te seguía a ver qué hacías. Nuestros padres también tenían miedo y nosotros no habíamos hecho nada malo más que tratar de ayudar a la gente”.

En tal línea de relato, continuó: “Julio Santa María coordinaba todos los grupos de los juveniles y él si fue perseguido y se tuvo que ir del país porque desapareció un par de meses”.

Bajo ese contexto político y social, Raggio decidió volver a su lugar de origen, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para formarse académicamente. Al respecto, recordó: “Era la única posibilidad que había para estudiar para mí. Mis abuelos paternos me dieron alojamiento porque no daba la situación económica para bancarme estudiando y pagando alquiler”. 

“Ellos eran de Villa Luro y, por eso, somos todos hinchas de Vélez. Originalmente la cancha no estaba en Liniers como ahora, sino en Villa Luro. No la conocí, pero me contó mi viejo”, detalló. 

Para formarse eligió la carrera de medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Me recibí en noviembre del 83 y a los diez días asumió Alfonsín. Fui un estudiante de la UBA de la dictadura y me recibí con la democracia. Por eso, hace 40 días cumplió 40 años de recibido de médico”, dijo.

Medicina

Al ser consultado sobre el motivo que lo llevó a estudiar medicina, expuso: “Según mi vieja, desde que iba al jardín de infantes, yo decía iba a ser médico. No sé si hay algún fundamento. Hice muchos años de terapia, pero nunca salió. Siempre me atrajo la cuestión del acompañamiento de la gente que está mal. Soy medio sensible y me involucro”.

Del amplio abanico de orientaciones posibles en el mundo de la medicina, Raggio fue por el sendero de la neurología. Acerca de esto, explicó que “es una especialidad que los amigos en su momento me decían: ´Cómo vas a estudiar eso que no cura nada. Las neuronas se mueren y no se reproducen´”.

Sin embargo, para dar una definición acertada sobre la disciplina, explicó: “Enfermedades del sistema nervioso central, desde el cerebro a la médula que va por la columna, y periférico, es decir, todos los cablecitos, podemos decir, que parten de ahí. Es muy interesante y es una especialidad que hay muchísimo descubierto y mucho más por descubrir”.

Haciendo uso de la importancia de su palabra como profesional, y reconociendo los límites de las especialidades, al abordar qué recomendaciones generales podría citar para la comunidad, manifestó: “Como en todo lo que es salud, hay que llevar una calidad de vida más o menos buena: hacer una actividad física promedio, o sea, trotar o caminar, por ejemplo”.

“La alimentación es muy importante en todas las áreas de la medicina y en la neurología también. Si uno no tiene una dieta sana, y no se cuida en que no le suba el colesterol o los azúcares, aumenta el riesgo de tener una enfermedad vascular. Cuidar la presión arterial”, agregó.

Y sintetizó: “Tratar de llevar una vida ordenada y sana desde el punto de vista de la alimentación y actividad física”.

Jubilación

Desde hace tan solo un puñado de días, Raggio comenzó una nueva etapa tras jubilarse del HIGA, donde se convirtió en todo un emblema producto de sus casi cuarenta años de desempeño.

“Me siento bien con lo que hice, tengo una hermosa familia y nunca creo haber tenido problemas con nadie. Si tuviera que empezar de vuelta, volvería a hacer la carrera que hice”, analizó en torno a su trayectoria. 

Luego, al hacer foco en lo que significa esta nueva etapa a nivel personal indicó que “si bien me costó mucho, y en estos días estoy muy sensibilizado con ese tema, ya tenía cumplido los años de aportes jubilatorios en exceso”. 

“La jubilación ordinaria te llega a los 65 y a mí me falta un poco todavía, pero teniendo más de 35 años de aportes jubilatorios, te podés jubilar antes”, fundamentó.

Visión de Junín

De un foráneo ni bien llegó a tener a parte de su familia en nuestra ciudad, Raggio fue un verdadero testigo de toda la evolución local. “Cuando vine en el año 73 no conocía la ciudad. Uno tenía la fantasía que venía al campo y que iba a prender los faroles con velas. Y la realidad fue otra”, consideró. 

Y caracterizó: “Era otro tiempo: uno dejaba la bicicleta en la vereda, jugaba a la pelota en la calle, dormía con la puerta abierta, te ibas a pescar a Lincoln por la ruta tranquilo y, cada tanto, escuchabas que se robaba una gallina. Eso fue cambiando”.

Además, añadió que “ediliciamente también creció muchísimo. Cuando vinimos a Junín no existía el gas natural y eso que vivíamos en zona céntrica. Muchas zonas no tenían cloacas y muchas calles eran de tierra. Todo lo que es la zona del barrio de Padre Respuela tenía poco desarrollo y hoy es totalmente distinto”.

No todo es color de rosas, ya que, ante mayores desarrollos, mayores desafíos. Por eso, opinó que “así como fue creciendo la ciudad, y lo vi desde un hospital público en 30 años, el nivel de necesidades y pobreza fue creciendo también”.

Es por eso que, para finalizar con su mirada sobre Junín, decidió hacerlo con una reflexión. “Para ver como está un país, hay que recorrer los pasillos de un hospital público y ver las necesidades. Desde el 93 hasta ahora, pasaron diferentes gestiones y colores políticos, y algunas cosas mejores, otras peores, y Junín, dentro de todo, sigue funcionando bastante bien, pero la realidad del país es que hay muchas carencias y falencias”, opinó. 

“No tengo ningún tipo de formación política ni económica, pero veo que mientras que los hospitales públicos sean dirigidos por cargos políticos y no por concursos y sean estables, no vamos a tener grandes cambios para mejor”, concluyó.

Familia 

Por último, y no por eso menos importante, Raggio abordó el lugar ocupado por su gran pilar personal: la familia. Al respecto, dijo: “Es lo que más me enorgullece. Hace 38 años que estamos casados con María Marta, que la conocí cuando estaba terminando la carrera universitaria. Entre época de novio y casados pasamos los 40 años”.

Fruto del amor y del matrimonio, tuvieron cuatro hijos: Soledad, María Luz, Agustín y Camila. Por incidencia familiar, en parte, y por elección personal, por otra, todos eligieron la UBA como lugar para formarse académicamente.

“Soledad (36) es médica pediatra. Terminada la residencia le agarró la pandemia y estuvo laburando allá. Tuvo su hija, nuestra primera nieta, que va a cumplir tres años. El año pasado decidieron volverse a Junín con su pareja. Trabaja en las unidades sanitarias que dependen de la municipalidad, entre otras actividades profesionales”, reseñó.

Y siguió con María Luz, de 35 años, sobre quien comentó que “es arquitecta. Su novio también es arquitecto y trabajan juntos en algunos proyectos. Me dijo que le gustaría volverse a Junín en algún momento”.

“Agustín (28) es sociólogo. Está muy metido en el laburo social en el Instituto de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires, en el plan de urbanización de los barrios populares. Tiene una gran sensibilidad social”, relató.

Finalmente, hizo referencia su hija menor. “Camila (22) está estudiando psicología. Sigue los pasos de la madre que también es psicóloga. Está muy contenta con su carrera y pasa gran parte del año allá”, cerró.

Satisfecho con el camino andado y la carrera construida, Raggio hoy disfruta de su tiempo de ocio, de sus hijos y nietos, mientras continúa desempeñándose en el consultorio para seguir ligado a la profesión que tanta pasión le despertó y lo motivó a alcanzar este presente.

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