En Qatar, conoció al presidente de la Fifa, Gianni Infantino.
En Qatar, conoció al presidente de la Fifa, Gianni Infantino.
EL CHEF JUNINENSE QUE RECORRE EL MUNDO

Gaspar García: “No soy un buen cocinero, soy un fanático al que le gusta mucho la cocina”

Cocinó para el presidente en Casa Rosada, se formó en los mejores emprendimientos del mundo, y actualmente trabaja en un restaurante qatarí. Le gusta viajar, nunca deja de aprender y, mientras celebra el Ramadán en tierra asiática, dialogó con Democracia sobre su excepcional carrera.

Para Gaspar, la edad nunca fue más que un número. Tal vez eso lo animó a tomar las riendas de los desafíos más complejos y erigirse como un buen chef a pesar de las presiones y responsabilidades.

Su carrera es itinerante, sabe lo que le gusta, y considera que la mejor forma de aprender es vivir cada experiencia, sea en los sitios más exclusivos o en los pueblos más remotos del planeta.

Mientras vuelve el calor a Qatar, el chef juninense de 29 años, que supo cocinar para el gobierno de Mauricio Macri y trabajó en altas cocinas de todo el mundo, dialogó con Democracia sobre la pasión a la que se dedica desde la niñez.
 
Desde chico, su vocación

Los fideos de su abuela, los asados a los 9 años, los consejos culinarios a sus maestros de primaria y los cursos que hizo en su preadolescencia; todo confluye hoy en su carrera gastronómica. “Siempre tuve curiosidad por la cocina”, señaló Gaspar, que bien podía ser un niño prodigio a quien la comida lo atrapó desde muy pequeño, y que no se ha dedicado más que a crecer como chef.

“Cuando empecé a entender del tema decidí estudiar y formarme”, explicó, a propósito de su ingreso al IGA y otros cursos con sólo 11 años, y la posterior formación universitaria.

La pasión la tenía, sabía del oficio y estaba seguro de que le gustaba. Fue un test vocacional el que lo acercó a la Licenciatura en Gastronomía, una carrera que desconocía y que estudió por 3 años en Uade.

Pero no fue dentro de la facultad sino, precisamente, cuando abandonó su carrera, donde todo comenzó.


 
Primeros contactos

Joven, con tiempo y ganas de sobra de sumar experiencia; una receta perfecta, justamente en la cocina, para que las oportunidades lleguen.

Y así fue para él, desde muy temprano. “La licenciatura no la terminé porque me surgió una posibilidad de ir a Estados Unidos y la aproveché”, explicó Gaspar, que trabajó en Miami por 4 meses, para luego irse a Colombia. Recorrió, conoció y trabajó. Desde Buenos Aires a Norteamérica. Desde Cartagena a la frontera con Ecuador. No conoció límites, y decidió que ya no los quería en su incipiente carrera.

De ese modo, abierto a todo, llegó a las cocinas más exclusivas de Argentina. “Cuando volví, Dante Liporace estaba buscando pasantes en Buenos Aires para Tarquino, que en ese momento era el restaurante número 14 entre los mejores de América”, destacó el chef, que no lo dudó y se lanzó a la aventura culinaria.

“Fue una experiencia tremenda, probé cosas diferentes y aprendí técnicas que me volaron la cabeza”, detalló. Trabajaba 12 horas por día, era joven y talentoso, y fue una esponja que absorbió todo el conocimiento que pudo.
 
Cocinar para el presidente

Pareciera que, tal vez por fortuna, por pasión o por su forma de ser, su carrera siempre le reserva una nueva sorpresa, un nuevo hito para conquistar, un desafío que no puede rechazar, sediento de adrenalina y con ganas de nuevas experiencias.

Es que cuando terminó su pasantía en Tarquino, no pudo siquiera completar un viaje con sus amigos al norte, porque una propuesta laboral irrechazable reclamaba que interrumpiera la travesía y se pusiera al servicio.

Nuevamente de la mano de Liporace, Gaspar recibió una oferta a la que no pudo negarse: ser el jefe de cocina de la Casa Rosada.

De ese modo, con sólo 23 años, llegaba a uno de los puestos jerárquicos más importantes en la gastronomía, y en un espacio privilegiado, con más de 600 comensales diarios, incluidos los ministros y el propio presidente de ese entonces, Mauricio Macri.

“Con el cambio de gobierno, en 2015, entró Dante, remodeló la cocina y cambió el sistema de trabajo”, explicó García, que no dudó en ponerse la chaqueta y enfrentar uno de los desafíos más importantes de su vida.

Es que tenía que dirigir la cocina dedicada a los ministros, el presidente y los eventos, y ello implicaba atenerse a su agenda y tiempos. “En el momento no te das cuenta de la presión que se vive", observó, y señaló que lo vivió como “un baldazo de agua fría”, respecto al nivel de responsabilidad requerido y el hecho de “tener que lidiar con gente más grande y experimentada”.

El edificio ubicado en Balcarce 50, en el microcentro porteño, lo recibió a diario hasta finales de 2018, cuando decidió dejar su puesto, en búsqueda de otro roce para su carrera. “Agradezco porque aprendí mucho a la fuerza y me hizo crecer un montón”, aclaró el chef, que, tal vez por intuición, sabía que el futuro aún tenía mucho para sorprenderlo.
 
Una carrera itinerante

Entre Junín, Buenos Aires y el mundo, Gaspar no ha estado mucho tiempo en un lugar fijo. Es un profesional nómade, toma de cada destino y cultura lo que le sirve y se enriquece con las distintas experiencias, mientras suma anécdotas y conocimientos a su notable acervo personal.

Por eso, aunque no cuenta con las pocas materias restantes para ser licenciado es, sin dudas, un chef completo, de carrera y oficio, que se apasiona por lo que lo atrajo cuando sólo era un niño.

Siempre tuvo cadera y supo adaptarse a los escenarios cambiantes que él mismo buscó. No le faltaron ganas ni tiempo, sea para trabajar los fines de semana en Malabar, irse una temporada de verano a Uruguay, o brillar por meses en restaurantes europeos. Sus prioridades, bien claras.

En Barcelona, trabajó 4 meses en Dos Palillos, un restaurante con 1 estrella Michelin, el galardón que entrega la guía francesa homónima a los gastronómicos más reconocidos del mundo. 

Es un profesional inquieto que, en cada paso que da, conoce profesionales con los que aprende y hace escuela. “En Barcelona me dieron la posibilidad de quedarme, pero me quise ir a Italia porque tenía pendiente trabajar ahí”, explicó Gaspar, agradecido con las decisiones que ha tomado a nivel profesional.

No obstante, respecto a sus viajes, aclaró: “No me voy para escaparme, sino por la profesión. Me gusta volver renovado y con más información”.


 
Travesía mundialista

El mundial de Brasil 2014 lo recibió como turista, pero en Qatar el plan fue distinto. Tal es así que, a meses de haber concluído el evento deportivo, aún sigue instalado en la capital.

“Me enteré que estaban buscando gente y yo quería otra experiencia”, explicó García, que aterrizó en tierra asiática en octubre del año pasado y, junto a otros colegas, ayudó a poner a punto La Mesa, un restaurante de comida argentina en Doha donde trabaja a diario como sub chef.

Asimismo, señaló que, a pesar de haber terminado el evento deportivo, muchas figuras de peso internacional aún los visitan, como es el caso de embajadores y diplomáticos e, incluso, del presidente de la Fifa, Gianni Infantino.

Vivió los triunfos argentinos ante Polonia y Holanda, celebró el campeonato con otros colegas argentinos, y decidió retrasar su retorno para interiorizarse aún más en la cultura qatarí. Actualmente, mientras vive el Ramadán, importante celebración en el mundo musulmán, trabaja sólo por la noche, cuando la gente sale a comer. 

“Es muy extraño, no se puede comer en la calle y hay 5 rezos diarios. Quería vivir esto y verlo de cerca, por eso estiré mi estadía acá”, destacó el chef.

Es que sabe que “no hay chances” de volver a Qatar, y estima retornar a Junín en mayo. Entretanto, se mantiene expectante a cada novedad e, incluso, repara en no masticar chicle o tomar agua en la vía pública, lo que se considera una ofensa grave en el Islam. 

“Es como vivir en un Gran Hermano continuo, hay cámaras por todos lados y la gente se siente todo el tiempo vigilada. La falta de libertades es algo que me cuesta tolerar, y eso para mí no se negocia”, agregó.

La pasta, su especialidad

Los fideos verdes de su abuela, el placer de comer pasta, los secretos ocultos detrás de la masa. Todo lo remite a su hogar, a los cursos de chico y a la técnica que se esforzó por aprender. Hoy, ya consagrado y con una carrera muy extensa por delante, sabe que esa es su especialidad. 

“Siempre intento buscar trabajos que me interpelen”, explicó Gaspar que, por ello, ingresó a una fábrica de pastas artesanales en Belgrano, donde trabajó durante la pandemia.

Incluso, antes de viajar a Qatar, brindó cursos a grupos reducidos en su casa, con el objeto de “mostrar cómo hacer pastas con productos cotidianos”.

Una faceta que exploró y le gustó. “Eran súper distendidos, cocinábamos y comíamos juntos”, destacó.

Mientras tanto, trae ideas de cada lugar que visita, conoce nuevas recetas y piensa cómo mejorar las ya conocidas. “Meterse en la cultura y aprender cómo cocinan me interesa mucho”, explicó García.

Aún así, en su extensa carrera a corta edad, su reflexión final apunta a lo mucho que le queda por hacer en el ámbito.

“No soy un buen cocinero, soy un fanático al que le gusta mucho la cocina”, concluyó.

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