El pasado 10 de marzo fue su último día de trabajo
El pasado 10 de marzo fue su último día de trabajo
BANCARIA DE TRAYECTORIA

Graciela "Chela" Aguilera: “Trabajé hasta el último día como si fuese el primero”

Tras su reciente jubilación, la empleada bancaria que trabajó más de 39 años en la sucursal local del Banco Nación dialogó con Democracia respecto a su trayectoria, el retiro y su presente. Una vida dentro de la institución, entre crisis y debacles. La pasión por lo que hizo y el recuerdo de lo vivido

Alegre, optimista, aunque reservada y de perfil bajo, Graciela ha ejercido gran parte de su vida como empleada administrativa de la sucursal local del Banco Nación. Madre de 4 hijos y abuela de 5 nietos, a sus 64 años se retiró de la institución, tras casi 4 décadas de ejercicio.

Con su corazón puesto en el sector comercial, el contacto con el público y las empresas, “Chela”, como la llaman sus amigos del banco, reconoce que amó su trabajo. Autopercibida miembro “de la vieja escuela”, amaba la puntualidad y se apasionó por lo que hizo. 

Tras una vida dentro del banco, y luego de la reciente despedida de sus compañeros, Graciela recibió a Democracia para dialogar sobre su trayectoria laboral, las crisis y debacles atravesadas y los detalles del trabajo que hizo en la institución.

Hace 39 años, los comienzos

Fue a sus 24 años cuando decidió abandonar su carrera docente de nivel primario e ingresó como auxiliar al Banco Nación. “No me gustaba ser maestra y, como era imposible irme a estudiar una carrera universitaria, elegí ingresar al banco”, explicó.

Es que tanto Horacio Frezzotti, su marido, como ella, habían firmado la solicitud para ingresar a la institución, pero la imposibilidad de que familiares trabajaran en la misma sede los complicó. 

“Horacio ya había ingresado y a mí me llegó el nombramiento cuatro años después, cuando estaba embarazada de mi tercer hijo”, explicó Graciela, a quien, como su marido trabajaba en la sucursal local, la designaron en Lincoln, sin dudas inviable por la crianza de sus hijos.

“La opción que tuvimos fue que Horacio fuera a Lincoln o renunciara, y decidimos esto último”, afirmó. De ese modo, una vez que su marido envió el telegrama, ella ingresó a la sucursal local cuando su hijo sólo tenía 45 días de edad. 

Desde entonces, nunca cambió su lugar de trabajo, y la sede frente a la plaza principal de la ciudad fue el espacio donde vivió casi 40 años de su vida. “En realidad, yo no llegué a tener un cargo jerárquico del banco, como contador o gerente, porque para eso hay que aceptar constantes traslados y no quise hacerlo por los chicos”, aclaró la ex bancaria. Con 4 nenes, no era una decisión liviana mudarse de ciudad de forma continua para lograr ascensos.

Por su parte, siempre trabajó en el sector comercial y no fue sino hasta hace 7 años que fue designada Apoyo Administrativo. En dicho sentido, el vínculo con las empresas y con el público fue eje de gran parte de su trayectoria laboral, sobre todo con la venta de préstamos, tarjetas de crédito, productos y servicios del banco.

La lucha por el reconocimiento

Graciela se jubiló como Jefa de Apoyo Administrativo de Gerencia, puesto donde trataba con el sector interno, la estructura del banco y los proveedores, pero los ascensos no fueron fáciles ni para ella ni para ninguna otra mujer. “El Banco Nación, hace muchos años atrás, era muy especial”, explicó Aguilera, respecto a que la sucursal solía tener pocas mujeres y “era muy machista, donde ascendían sólo los hombres”; situación muy difícil de revertir.

“Nuestra primera mujer con cargo fue una contadora que habían trasladado y yo le decía que era la abanderada de las mujeres”, explicó. 

Se trata, sin dudas, de un reflejo de los cambios atravesados en la sociedad. Hace 40 años, una situación hoy tan normalizada era impensada, pero fue la puja de las propias empleadas, en congruencia con lo que sucedía puertas afuera de la institución, lo que permitió el avance.

“Fue muy difícil, lo que hoy tienen las nuevas empleadas fue muy luchado y resistido en otra época”, agregó Graciela, que, además, sentenció: “Las mujeres trabajábamos a la par, o aún más, y no éramos reconocidas”.

Entre crisis y momentos históricos

39 años es mucho tiempo, sobre todo para un país que, desde el ´84 hasta la fecha, ha atravesado innumerables crisis y tensiones a nivel económico y social. En retrospectiva, Graciela afirma que lo vivió todo, y recordó los momentos más difíciles como empleada del banco.

“Vivimos etapas muy duras, la gente se acuerda del corralito y del corralón del 2001, pero esa fue la tercera vez que el Estado se quedó con los ahorros de las personas”, aclaró. En dicho sentido, afirmó que la primera ocasión fue durante el gobierno de Alfonsín, en plena hiperinflación, cuando se decretó feriado cambiario y bancario y se dio inicio al Plan Austral.

“Ni nosotros podíamos ingresar al banco o sacar nuestro dinero, fue terrible y se vivió mucha angustia”, recordó.

Luego, en el gobierno de Menem, hubo un segundo conflicto derivado de una nueva hiperinflación y el congelamiento de depósitos con el Plan Bonex. Además, previo al 2001, no dejaron de existir tensiones en los bancos. “La gente te amenazaba de muerte, nos culpaban por quedarnos con sus ahorros”, explicó la exempleada.

Por su parte, respecto a los sueldos, también aclaró que se vivieron diferentes etapas y que “hubo momentos muy buenos y otros pésimos”. Es que, por ejemplo, recordó que durante la hiperinflación se cobraba el sueldo semanalmente. “Cobrábamos los viernes y salíamos disparados para el supermercado porque no alcanzaba ni para comprar la leche”, señaló.

Asimismo, a pesar de haber tenido épocas muy buenas, también explicó que “con la inflación, todos los trabajadores terminan perdiendo”, por lo que los últimos años también han sido difíciles para los bancarios.

Un trabajo que disfrutó

“El del banco es un trabajo lindo, te da seguridad y tiene buenos horarios. A mí me encantó y trabajé hasta el último día como si fuese el primero, con responsabilidad y compromiso”, destacó Graciela, que no muestra sino orgullo de haber sido parte del Banco Nación por tantos años, en una trayectoria laboral que dejó un agradable saldo de vínculos y amistades, incluso con clientes.

En un mercado laboral donde es muy común cambiar de trabajo de forma continua y donde las trayectorias son inestables, haber trabajado casi 40 años en el mismo lugar es un caso de excepción, propio de otra época.

Graciela lo eligió y lo eligiría muchas veces más. Para ella, el banco fue una parte de su vida, y lo recuerda con afecto. “Nunca renegué, disfrutaba mucho del trabajo y de mis compañeros”, afirmó, y aclaró que se considera “de la vieja escuela”, porque ama la puntualidad. Amistades, reuniones y una familia con la que compartió gran parte de su vida, eso ha sido para ella el trabajo. “Con muchos, atravesamos todas las etapas hasta llegar a abuelos”, recordó 

Por ello, a pesar de que podía hacerlo a sus 60 años, decidió jubilarse una vez cumplidos los 64. “La decisión la tomé yo, me jubilé cuando quise y eso me gustó”, destacó.

La despedida

Tan sólo algunos días atrás, Graciela tenía su último día de trabajo. Recibida con vítores, mensajes y regalos, y con la condición de no usar siquiera la computadora, cumplió su última jornada en el banco. Tras el cierre, la celebración continuó puertas adentro.

“Mi despedida fue mucho más intensa”, afirmó la ahora exempleada, a quien le pintaron el uniforme como si fuese una egresada, le leyeron discursos, le tiraron espuma y la despidieron por la puerta central del edificio.

Por su parte, a pocos días de su retiro, señaló que se siente “en vacaciones” y que tiene como objetivo también disfrutar de esta etapa de la vida. “Tal vez no me cayó la ficha todavía”, afirmó, pero con marcado optimismo descartó todo vestigio de nostalgia y explicó que se abocará a su familia numerosa, compuesta por 4 hijos y 5 nietos, que puede disfrutar junto a Horacio.

“A nivel familiar, tengo una vida muy intensa”, destacó. Una madre y abuela joven, tras una vida de trabajo, que ahora replantea su rutina.

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