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Miguel Ángel Vilaseca es juez hace casi 30 años y desde hace 18 integra el Tribunal Oral Criminal Nº1 de Junín.
MIEMBRO DEL TRIBUNAL ORAL CRIMINAL Nª 1 DE JUNÍN

Miguel Ángel Vilaseca: “En un tribunal hay que dejar de lado las individualidades”

Ejerció la profesión en el ámbito civil y comercial pero luego entró a la Justicia en fuero penal, hace más de 30 años. Integró el cuerpo que juzgó al ex intendente Abel Miguel y encabezó el primer juicio por jurados en nuestra ciudad.

Miguel Ángel Vilaseca estaba por terminar el secundario y todavía no tenía resuelto qué quería hacer de su vida. Hasta un día antes de ir a inscribirse a la universidad vacilaba entre seguir Abogacía o Medicina. Fue en ese momento que una charla con su profesora María Esther Monasterio de Repetti inclinó la balanza.
“Yo la respetaba mucho y ella fue la que me orientó e hizo que optara por el derecho”, recuerda Vilaseca hoy, a más de 40 años de aquel suceso que fue, en definitiva, el primer paso de un largo camino que lo llevó a los Tribunales, con casi tres décadas como juez.

Abogado
Vilaseca nación en Junín, se crió en Villa Talleres, hizo el primario en la Escuela N° 18 y el secundario en el Comercial.
Siguió la carrera de Derecho a la Universidad Nacional de La Plata y al mismo tiempo que estudiaba, trabajaba en un estudio jurídico.
Cuando regresó a Junín abrió un estudio jurídico con el doctor Gustavo Ferrari, que atendió durante cuatro años.
Fue en ese momento que el doctor Elio Lago, que en ese momento era juez penal, le ofreció el cargo de secretario en ese fuero. Aunque sorprendido por la propuesta, Vilaseca aceptó. “A mí me gustaba mucho el derecho civil y comercial, y también el ejercicio privado de la profesión, nunca hubiese imaginado que iba a terminar en un tribunal penal” señala.

Juez
Se desempeñó como secretario algunos años, hasta que los dos juzgados penales se dividieron en criminales y correccionales, y a él lo designaron juez correccional.
“Después de tres o cuatro años –recuerda– se volvió a unificar y quedamos todos como jueces criminales y correccionales. Hasta 1998, cuando se modificó el Código de Procedimiento y yo pasé al Tribunal Oral, que es donde estoy actualmente”.
Ese paso resultó determinante, puesto que dejó la soledad de un juzgado para integrar un cuerpo colegiado. “Antes de tomar una decisión, se charla y se discute mucho, porque cuando uno está en un tribunal tiene que tener en cuenta que hay que dejar de lado las individualidades, hay que conversar”, relata.
Respecto de la modalidad de trabajo, explica que junto con sus compañeros del tribunal muchas veces entran a la sala sin siquiera saber de qué se trata el caso. “Eso es muy sano porque no estamos contaminados para nada antes de empezar”, dice, para luego ampliar: “Nosotros tomamos contacto con la causa cuando empiezan las audiencias, allí escuchamos qué hecho se va a tratar, se desarrollan las pruebas y después decidimos”.
Y en ese contexto, remarca que lo más importante en su tarea son las evidencias: “Para nosotros lo más importante es la prueba y si no está, por más repercusión que tenga el hecho, nosotros no podemos condenar sin ellas. Yo recuerdo que cuando fue el triple homicidio de las hermanas Di Mastrogirolamo había sido detenida una persona, pero las pruebas no alcanzaban, así que fue absuelta”.

La libertad
En numerosas oportunidades le han planteado a Vilaseca cómo sobrelleva la responsabilidad de decidir sobre la libertad de otras personas. Sin embargo, este no es un problema para él.
“Si hay elementos como para considerar a una persona como autora de un delito, quedará detenida, y si no, será absuelta”, explica con simpleza. Y enseguida agrega: “Yo creo que la rama en la que yo me desempeño es tan importante como cualquiera otra del derecho. Un juez laboral dispone sobre el patrimonio de una persona, u otros tratan los concursos y quiebras, que también son temas muy significativos, cada uno en su fuero tiene la misma responsabilidad”.
En ese marco, sentencia: “A mí no me pesa tener que condenar a alguien a prisión perpetua si tengo la prueba necesaria como para hacerlo. Si las evidencias no alcanzan o tengo dudas, no voy a condenar jamás”.
 

Juicio a Miguel
Dentro de su dilatada trayectoria judicial, Vilaseca asegura que el caso más resonante que debió tratar fue el juicio que se le hizo al ex intendente Abel Miguel, sobre todo por la complejidad del caso, ya que se lo acusaba de centenares de delitos.
Fueron cinco meses de audiencias y una sentencia de más de 200 fojas, en las que el ex jefe comunal fue absuelto.
“Parte de ese fallo fue apelado por el fiscal –comenta Vilaseca–, solamente los cargos por enriquecimiento ilícito, y Casación resolvió que estaba tan fundada la sentencia, que no podía aportar nuevos argumentos a lo que el Tribunal ya había valorado. Y luego, nunca fue apelado a la Corte. A nosotros nos causó mucha satisfacción que el resultado final haya sido ese, tan contundente”.

Balance
Al momento de hacer un balance de su tarea en la Justicia se manifiesta “satisfecho” porque la profesión le dio “muchas satisfacciones”.
Sin embargo, se queda pensando un rato, y añade sonriente: “A veces sigo teniendo aquella duda del secundario. A pesar de que yo estoy feliz de lo que elegí y cómo me fue, si volviese el tiempo atrás y tuviera que volver a elegir, tal vez me inclinaría por Medicina. Para probar otra cosa”.

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