MUCHO MÁS QUE NUEVOS CONOCIMIENTOS

Presos que estudian, una iniciativa que crece y se expande en las cárceles de Junín

Cada vez son más los internos que deciden asistir a las clases y talleres que ofrece la Escuela de Educación Media Nº 8 “Padre Carlos Mugica”. La vocación de los docentes, la marginalidad y el miedo conviven en un proyecto que simboliza una luz de esperanza para la reinserción en la sociedad y la lucha contra la inseguridad.

La Escuela de Educación Media Nº 8 “Padre Carlos Mugica” cumplirá en junio de este año su vigésimo aniversario. Este proyecto se viene desarrollando en las cárceles de Junín logrando un crecimiento notorio, persiguiendo el objetivo de  brindarle al interno nuevas herramientas que le permitan una mejor reinserción social. 
El pasado jueves, en el SUM de visitas “Sector A” de la Alcaldía N° 49, se realizó el acto de clausura de las Escuelas de Verano. Allí, entre rejas, pasillos y paredones, se celebró el final de una cursada que se había extendido durante todo enero. 
Además de entregar los diplomas a los internos, en el acto también se festejó el décimo aniversario del proyecto especial de Escuelas de Verano. 
Los primeros en ocupar el salón fueron los presos. La mayoría eran jóvenes, entre 30 y 40 años. Vestían casi todos en forma igual, con ropa deportiva y zapatillas de las mejores marcas. El corte de pelo también los unificaba, rapados en las nucas y orejas; algunos con flequillos, otros con cresta.
Así se fueron sentando ante la constante observación de los guardias. Algunos, a la pasada, saludaron a los “profes” y hasta intercambiaron con ellos algunas risas. Finalmente el bullicio bajó su intensidad cuando entraron los jefes.
El acto de clausura de las Escuelas de Verano contó con la presencia de la máxima autoridad del Complejo Penitenciario Norte, prefecto mayor Ramón Martínez. 
En representación del servicio penitenciario local estuvo el inspector mayor, Juan José Paz (también es coordinador de educación, deporte y recreación del Complejo Zona Norte); el director a cargo de la Alcaldía 49, prefecto Marcelo Inchauspe; el director de la UP13, prefecto mayor Walter Ávila; el director de la UP16, prefecto mayor Roberto Arancibio; el alcalde mayor, Ricardo Vernavá; el subalcalde Gustavo Aguirre; y el coordinador docente, subalcalde Martín Mecías.  
Lógicamente, la ceremonia estuvo encabezada por los principales referentes de la Escuela “Padre Carlos Mugica”, como lo es su director, el profesor Daniel Cano; la vicedirectora, Marta Alfaro; y la secretaria, Verónica De Siervo. 
También estuvieron presentes la inspectora distrital, licenciada Emilse Marini; la inspectora de Educación Secundaria, Sonia Pérez; y la inspectora de Educación Artística, Florencia Correas. 
Los internos que asistieron a las clases de verano recibieron el reconocimiento por su dedicación y esfuerzo. Cabe remarcar que en su edición 2017 se dictaron talleres lúdicos, de dibujo, música, cine histórico, de microemprendimientos y también de danzas. 

La vida en una cárcel de Junín 
Es conocido que el problema de la superpoblación afecta a la gran mayoría de las cárceles de la provincia de Buenos Aires. Según datos extraoficiales, en la Alcaldía Nº 49 hay unos 1000 internos, casi el doble de la capacidad con la que fue edificada. Donde deberían dormir seis, duermen doce y algunos lo hacen en el piso, detallaron con relación de la Alcaldía juninense. Más allá de las condiciones en las que viven cumpliendo sus condenas, se estima más de la mitad de los internos asiste a la escuela. 
En el acceso exclusivo que tuvo Democracia al lugar, los internos que deciden concurrir a la escuela coinciden en tres motivos principales: para no pensar tanto, distraerse y aprender.
Entre los presos que recibieron el reconocimiento, Francisco (69), oriundo de Chivilcoy, aceptó conversar con este diario para expresar sus emociones. Contó que hace tres años y media que está detenido y que le restan tres más para cumplir su condena. Sobre sus días en la cárcel, señaló: "Yo hago macetas, trabajaba de eso antes de estar preso y por suerte acá lo puedo seguir haciendo en el taller de la escuela. Me mantiene ocupado y con energías". 
Luciano (53) es de Capitán Sarmiento y también hace tres años y medio que está detenido. Al conversar con un periodista de este diario, contó: "Yo soy carpintero y acá adentro he tenido la posibilidad de enseñar y también de aprender. Trato siempre de hablar con los pibes, decirles que cuando salgan no vuelvan a cometer los mismos errores, que aprendan un oficio, que trabajen".
Enrique (69), por su parte, es otro de los pocos internos de mayor edad. Es oriundo de Mercedes y a fines de febrero tendrá la posibilidad de quedar en libertad. Sobre ese hecho, expresó: "Si se da, bienvenido sea y si no, seguiré acá cumpliendo lo que me corresponda. Acá he conocido a Dios y también he aprendido muchas cosas". "La escuela es muy importante para mí, porque en los días que uno está mal, hace cosas que lo distraen, se pasa el tiempo más rápido", completó.
Las historias de vida en la cárcel son infinitas pero todas tienen detalles en común. La desigualdad, la marginalidad, el miedo, la violencia, la perversidad y la oscuridad son sensaciones que parecieran estar siempre.
Finalizando el acto, todo volvió a la normalidad. Los internos se levantaron y caminaron hasta un pequeño patio. Allí, algunos fumaron y otros conversaron. Parecía un recreo.  
Se armaron pequeños grupos, mientras que una mediasombra vieja y gastada simulaba ser un techo y hacía lo que podía para generar reparo. Ya era el mediodía y el sol estaba radiante. Había salido para todos. Como siempre.<

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