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CRISIS SOCIAL

El costado más dramático de la pobreza en Junín, contado por sus protagonistas

Democracia llegó a un sector de la Ciudad donde varias familias sin ingresos ni viviendas empezaron a construir precarias casas y viven de lo que pueden. Historias en las que se conjugan el hambre, la falta de trabajo y la incertidumbre.

Gabriel Mariano Torres entendió que su futuro ya no estaba en la discreta casa que había habitado desde fines de 2015 ni en ninguna otra que se le pareciera. El precio de los alquileres se le había ido de las manos, el trabajo escaseaba por demás y de un momento a otro tuvo que definir en qué lugar empezaría a pasar las noches junto al mayor de sus cinco hijos.
Es de Moreno, en el centro-este del conurbano bonaerense, y hace un año dejó a su pareja y sus otros cuatro descendientes escapando de la miseria, con la esperanza de -al cabo de un tiempo- decirles que ya había encontrado un lugar confortable y seguro desde lo monetario para reencontrarse todos bajo un mismo techo.
Así fue que llegó a Junín, donde los primeros meses halló resultados acordes a su búsqueda. Pero en la actualidad el panorama cambió mucho. “En estos meses me empobrecí muchísimo”, le dijo Torres a Democracia.
De fondo, tres jóvenes y una mujer rodean el fuego prendido con un puñado ramas sobre el cual hace equilibrio una pava. Es en calle Sargento Cabral, a escasos centímetros de la alcantarilla o túnel de calle Chile, donde en las últimas semanas surgieron pequeñas y modestas edificaciones de chapa que quedan chicas para casi todo.
“Como se me dio la oportunidad de agarrar este pedacito de terreno, aproveché. Ahora vamos a ver si nos podemos quedar acá, aunque está complicado porque ya vino una asistente social del municipio y me dijo que van a iniciar una causa en mi contra por ocupar el lugar. O sea que en contra, en vez de dar ayuda actúan como si uno los molestara o hiciera esto porque quiere”, dijo Torres, de 36 años, quien tiene una pierna de hierro a causa de un serio accidente sufrido tiempo atrás.
“Me la rebusco vendiendo artesanías, medias y alguna otra cosa, pero no alcanza. La pobreza se está sintiendo en la comida, en no poder comprarle lo mínimo a tus hijos para que vayan a la escuela y eso duele. Como les pasa a mis vecinos, que por ahí están un poco más acostumbrados porque hace más tiempo que están acá, pero uno ve que en lo económico no son gente que esté mejor que uno”, expresó Torres con los ojos llenos de lágrimas.

Un momento muy delicado
Más reticentes, Sara y Daniela, dos vecinas que ya pasaron los cuarenta años, viven en casas separadas y sufren horrores para llegar a fin de mes, manifestaron su punto de vista sobre la actualidad que afecta a una importante porción de la población local.
“Es una locura que vos tengas que ganar más de veinte mil pesos para vivir medianamente bien con tu marido y tus hijos. Hasta hace un par de años, con esa plata se podía decir que eras rico y ahora tenés que hacer malabares para que te alcance. El gobierno que se fue hizo mucho para que esto pasara y con este no estamos viendo mejoras; al contrario, lo único que crece -además de los precios- son los pobres”, enfatizó Sara, casada con un albañil y madre de tres nenas de diez, siete y dos años.
Natalia coincidió en que el presente “es muy delicado”, a lo que agregó. “Yo voté a este gobierno porque no quería más lo anterior, porque la inflación ya venía comiéndonos los bolsillos desde antes y nos prometieron que las cosas iban a cambiar. Pero lo que cambia todos los días son los precios, que suben y suben, y cada vez nos vamos empobreciendo más. Yo no sé hasta dónde vamos a llegar, espero que el Presidente y su gente reaccionen rápido”, manifestó.

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