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SOLIDARIDAD A PESAR DE TODO

Habita en una casa precaria y prepara la merienda para más de 30 chicos

María Celeste Quiroga vive en el barrio La Celeste 2 y aunque pide ayuda para terminar el techo de su propiedad, puso en marcha un merendero al que concurren varios niños. “Quiero incentivarlos a estudiar y sacarlos de la calle”, asegura la mujer.

Es madre soltera, no tiene trabajo y su casa está a medio terminar. Sin embargo, María Celeste Quiroga no baja los brazos y el mes pasado puso en marcha un merendero para aliviar la situación de los niños de su barrio.
“Esto surge porque me gusta estar con los chicos, ayudarlos a que estudien, que emprendan un camino. He caminado mi barrio y conozco las necesidades, intento que todos tengan una taza de leche, una factura y que se hagan amigos a través de los juegos”, cuenta la mujer, que todos los sábados, desde las 16 a las 18 abre las puertas de su humilde hogar para preparar la merienda a 36 niños.
“Cada vez son más, así que tuve que empezar a pasar lista, para saber quiénes están viniendo. Y si de un fin de semana al otro alguno falta, trato de averiguar qué ocurrió. Me preocupo mucho por ellos”, comenta, en diálogo con TeleJunín.
Más allá de que el propósito principal del merendero es colaborar con la alimentación de los chicos, Quiroga no se conforma con ello. “Buscamos que los chicos aprendan a respetarse, que no se agredan, no sólo que vengan a tomar la merienda”, expresa, al tiempo que asegura que más allá del esfuerzo que significa acondicionar su casa todos los sábados, se siente acompañada por sus vecinos. “Recibimos la asistencia de un enfermero del barrio, que se solidarizó con nosotros y donó galletitas y ropa”, relata.
Sin embargo, admitió que no alcanza con la buena voluntad para sostener el proyecto y todo el tiempo se necesitan recursos. “Precisamos calzados, pañales, leche. Sería maravilloso si pudieran ayudarnos con esos elementos. Estaría más que agradecida”, reconoce.   
Un sueño: el
comedor-escuela
“Mi proyecto es hacer un comedor amplio, colocar un pizarrón y ayudar a los chicos con las tareas, incentivarlos a estudiar”, confiesa Quiroga. Su merendero se encuentra en la calle Batilana 574, entre Bolivia y Arquímedes, en el barrio La Celeste 2.
“Es la única casa que no está edificada por el momento”, se lamenta, casi disculpándose. No obstante, no es un obstáculo para realizar su deseo. “Es mi gran sueño, armar un comedor con techo y colocar pizarrones en las paredes. No voy a bajar los brazos, levanté este merendero con mucho sacrificio”, afirma.
Desempleada y con una hija de 9 años, la adversidad no parece ser excusa para renunciar a su labor solidaria. “Tengo estudios primarios y secundarios completos. Podría trabajar tranquilamente en una empresa y ganar un salario digno que me permita mantener a mi hija y levantar mi casa. Sólo necesito que me den la oportunidad”,  asegura.
Mientras lucha por salir adelante, su merendero parece ser el gran motor de su vida. “Abrí las puertas de mi casa a los chicos de mi barrio con mucho amor. Esto me hace muy feliz”, concluye, emocionada.

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