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MARKETING APLICADO

¿Fábrica o empresa?

Dos modelos que deben convivir.

Esta semana estuve en Chivilcoy, visitando una empresa; mejor dicho una fábrica que asume la responsabilidad de comercializar sus productos. ¿Cuál es la diferencia? De eso quiero hablar en esta columna.
Nuevamente encuentro situaciones análogas con cualquier pyme de la región. Estructura familiar, oficinas detenidas en el tiempo y recursos humanos comprometidos con la causa; a esas cualidades se suma algo de inversión en maquinaria y buena logística.
De puertas hacia adentro, cierta nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor y esa idea de que las cosas cambiaron. No se sabe bien que, pero “no es como antes”. A mismo o mejor producto, menores ventas; una situación indescifrable que motiva la búsqueda de soluciones: “¿ustedes hacen páginas web?”Alguien le mintió a esta gente. La alocada idea de que una página web resolverá los problemas de comercialización se repite. Mareados por la tentación del mundo digital y su gloriosa promesa, olvidan que no hay un plan universal aplicable a todas las situaciones sino un paquete de soluciones con un diagnóstico previo, una lectura necesaria que formalice un plan de acción sustentable.

¿Qué es lo que cambió?
Lo que cambió es el entorno, la gente; sus hábitos, preferencias, costumbres y elecciones pero ellos, concentrados en la calidad de sus productos, se multiplican en brazos que no le esquivan al esfuerzo. Se suman horas, se buscan formas de agregar valor a la producción y una vez más, sacan los productos a la calle esperando que algo más suceda. El resultado es el mismo o aún peor porque se elevan los costos productivos y la mejora sigue siendo un secreto que no llega a la gente.
La cinta transportadora no para de sacar paquetes y los camiones salen cargados. El perfil “fábrica” se repite, una máquina que lanza productos que deberán enfrentarse, desnudos, a la brutal competencia que proponen los canales comerciales.
Nuestra región sigue creciendo y requiere nuevas fuentes de trabajo. Para eso, será importante entender que debemos dotar a nuestros productos del valor intangible; una presentación comercial que esté a la altura de la competencia nacional e internacional.
La incorporación del marketing como herramienta concreta, real y transformadora redundará en una mejora del posicionamiento de nuestras empresas. Ya no se trata de cuestiones de maquillaje sino de un pensamiento estructural que revolucione la cultura organizacional de nuestras fábricas que deben transformarse en empresas ya que, de otro modo, dejarán de echar humo.

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